TEGUCIGALPA, Honduras.- “La sangre no se derramó en vano”, dijo Manuel Zelaya poco después de aterrizar en Tegucigalpa, en alusión a la mortal represión posterior al golpe de Estado que le arrebató el poder.

El ex presidente de Honduras, quien fue destituido de su cargo en 2009, regresó el sábado a Honduras a bordo de un avión privado de Nicaragua, luego de su exilio en Costa Rica, la embajada de Brasil en Honduras, y República Dominicana.

Otra vez Toncontín. Han pasado casi dos años desde aquel 5 de julio en el que Zelaya, entonces presidente de Honduras derrocado por un golpe de Estado, intentara aterrizar en este aeropuerto, en Tegucigalpa.

Ese día de 2009 los camiones militares se interpusieron en la pista de aterrizaje para evitar el descenso del avión venezolano que pretendía regresar a Zelaya a su país, después de haber sido expulsado a la fuerza en la noche del 28 de junio.

Este sábado la historia es bien diferente.

Acompañado por el canciller venezolano, Nicolás Maduro, su familia y la ex canciller hondureña Patricia Rodas, Zelaya llegó en un avión venezolano proveniente de Managua.

Ahora -en el lugar de camiones militares- lo esperaban miles de simpatizantes en el aeropuerto de Tegucigalpa. Al abordar el avión en la capital, Managua, Zelaya dijo que su exilio había sido “una tortura”.

“Resistencia pacífica compañeros”

Manuel Zelaya

En un escenario montado en una plaza cercana, Zelaya pronunció un esperado discurso ante miles de seguidores. “No se derramó la sangre en vano porque estamos en pie de lucha manteniendo nuestras posiciones vigentes. Resistencia pacífica compañeros. Resistencia es hoy el grito de victoria del retorno a Honduras de todos los derechos y las garantías de la democracia hondureña”, dijo Zelaya desde el escenario.

Zelaya fue forzado al exilio por militares luego de que no cumpliera con una orden del Tribunal Supremo de anular la votación no vinculante sobre cambios en la Constitución.

Su regreso fue posible gracias a acuerdo firmado el lunes en Colombia por Zelaya y Porfirio Lobo, actual presidente del país, que ayudó a pavimentar el camino para su regreso.

El acuerdo, negociado por los presidentes de Venzuela y Colombia, también prepara el camino para la re-entrada de Honduras en la Organización de Estados Americanos (OEA).

Honduras fue expulsado del organismo regional tras la salida forzada de Zelaya.

EL ACUERDO DE CARTAGENA

Porfirio Lobo y Manuel Zelaya, en la firma del Acuerdo de Cartagena de Indias

  1. Estricto cumplimiento de la Constitución y la ley por parte del gobierno
  2. Garantizar el regreso de Zelaya y su derecho a “su acción política en condiciones de seguridad y libertad”
  3. Regreso de los seguidores de Zelaya en el exilio, en condiciones de seguridad y libertad
  4. Anular los procesos judiciales en contra de Zelaya
  5. Especial cumplimiento de la Constitución en lo referente a derechos humanos
  6. Participación del Frente Nacional de Resistencia Popular en los procesos electorales
  7. Zelaya podrá convocar una Asamblea Nacional Constituyente, pero dentro de los límites ya previstos en la actual carta magna
  8. Mayor cooperación con instancias internacionales sobre derechos humanos, a través de una nueva Secretaría
  9. Constituir una Comisión de Seguimiento integrada por los cancilleres de Colombia y Venezuela

Reconciliación

La vuelta del ex presidente es uno de los puntos del acuerdo de Cartagena de Indias, firmado el pasado 22 de mayo por él y por el actual presidente, Porfirio Lobo, con los mandatarios de Venezuela y Colombia como testigos y facilitadores de un pacto aplaudido por Estados Unidos (vea en el cuadro de la derecha los otros puntos del texto).

Zelaya “puede regresar a Honduras sin ningún temor, se le va a tratar con todo el respeto de un ex presidente y garantías que nada va a pasar”, aseguró Lobo, quien dice haberse marcado como prioridad “reconciliar a la familia hondureña”.

Una tarea que no será fácil en un país donde, según organizaciones internacionales de derechos humanos como Amnistía Internacional o Reporteros Sin Fronteras, desde el Golpe se han intensificado los ataques a campesinos, homosexuales y periodistas críticos.

“La reconciliación nacional dependerá de que cada una de las partes entienda que aquí no estamos tratando de vencer al otro, sino de convivir de nuevo en paz y democracia en una nueva sociedad”, le dice a BBC Mundo el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos, Ramón Custodio.

“Los hondureños están empezando a convivir normalmente, pero la situación nunca fue ideal ni antes, ni durante ni después de Zelaya: falta de oportunidades económicas, malnutrición, deficiencias educativas e impunidad siguen siendo nuestros principales problemas”, sostiene.

¿Una amnistía?

“En Honduras hay varias crisis: la política, la económica, la social… Se ha cerrado la primera etapa de un periodo, cuyo principal objetivo era vencer el exilio, pero quedan otros desafíos”, dice por su parte Rasel Tomé, vocero del FNRP.

Entre ellos, poder llevar ante la Justicia a quienes participaron en el Golpe de junio de 2009, asegura.

En el Acuerdo de Cartagena, el actual gobierno dice reconocer que “durante la crisis política ha habido personas que estiman haber sido afectadas por la vulneración de sus derechos humanos”. Pero no existe una mención específica a las responsabilidades de los supuestos agresores.

“La reconciliación nacional dependerá de que cada una de las partes entienda que aquí no estamos tratando de vencer al otro, sino de convivir de nuevo en paz y democracia en una nueva sociedad”

Ramón Custodio, comisionado Derechos Humanos

“Esto o supone para nada una amnistía para los golpistas”, le explica a BBC Mundo Tomé, quien cree que esa será una de las luchas que asuma ahora el FNRP.

Para ello el Frente buscará registrarse como un partido que pueda presentar sus candidatos a las próximas elecciones, según se contempla en el texto rubricado por Lobo y Zelaya.

En dicho acuerdo también se celebra la anulación de los procesos judiciales en contra del presidente exiliado, algo que tampoco agrada a alguno de los actores protagonistas de la crisis política.

Hay quienes, como Roberto Micheletti —a quien el Congreso eligió como mandatario interino tras la expulsión de Zelaya— exigen ver al coordinador general del FNRP sentado en el banquillo.

“No creo que en mi país va a haber nada que diga borrón y cuenta nueva. Tenemos que ir a los tribunales”, dijo Micheletti en una conferencia de prensa.

Regreso a las instituciones

Pancarta de Manuel Zelaya.Hay mucha expectativa en torno a las consecuencias políticas que tendrá el regreso del derrocado ex presidente.

Si bien la reconciliación nacional o el reparto de culpas parecen tareas a largo plazo para la sociedad hondureña, al menos se vislumbra una consecuencia directa y a corto plazo de la vuelta de Zelaya: el regreso de Honduras a las instituciones que la desterraron tras el Golpe.

El próximo 1 de junio, los países miembros de la OEA decidirán sobre el regreso de Honduras al seno del organismo continental en una asamblea general extraordinaria que se celebrará en Washington.

Según el secretario general de la organización, José Miguel Insulza, los puntos principales que marcan el acuerdo alcanzado en Cartagena son coincidentes con los reclamos de la OEA a Honduras desde hace dos años.

El gobierno de Honduras, que no oculta el “ambiente favorable para ese regreso”, también anunció que iniciará las negociaciones para propiciar la reincorporación del país a Petrocaribe.

Y cada vez es más frecuente ver al presidente Lobo participar en cumbres regionales junto a otros líderes centroamericanos como Álvaro Colom o Daniel Ortega, firmes defensores de Manuel Zelaya.