SANTO DOMINGO, RD.-Les gusta trabajar. “El trabajo no es para ellas un enemigo”. Al contrario. Tener un empleo ha cambiado sus vidas. Yudelka, Jenny, Yanery, Reina, Griselda, Gloria y Raquel trabajan en D’Clase Corporation, industria del calzado en Esperanza, Valverde.

Estas laboriosas mujeres, muchas de ellas, alguna vez, madres solteras o amas de casa, han logrado de todo o “de tó”, que es como se dice de verdad. Trabajando. Sin ponerle asunto a aquel merengue interpretado por Alberto Beltrán titulado El negrito del Batey, enemigo del trabajo que deja todo al buey.

El sonido de las máquinas no impidió que nos contaran cómo han podido trabajar y estudiar a la vez; que nos hablaran de la cooperativa que les ha permitido coger prestado sin esclavizarse con algún usurero y de su ilusión de tener algún día casa propia.

Con la presente historia iniciamos una serie (titulada Me gusta trabajar) que hemos preparado sobre los cientos de miles de empleos creados o protegidos, formales o informales, entre mujeres y hombres, en nuestro país, durante los dos primeros años de gobierno de Danilo Medina.

La democratización de la economía vía el crédito solidario, las compras y contrataciones del Estado a las mipymes, así como las facilidades brindadas a todo empresario emprendedor (valga la aparente redundancia), facilitaron crear 236 mil empleos en dos años y proteger (o salvar) decenas de miles de empleos más.

Cifras que hablan con elocuencia de la corrección de las políticas públicas dirigidas a crear empleos y de la necesidad que había en la sociedad dominicana de tales políticas democratizadoras.

Aún así José Clase, sagaz y exitoso empresario de Santiago, cómplice junto a Luisa Fernández de esta lindísima historia, sostiene que “hay un subregistro. Hay y son muchos más empleos de los que ustedes dicen y creen saber. (Se refiere al gobierno). Ustedes no se lo imaginan.”