AUSTRALIA.- Novak Djokovic se consagró campeón del Abierto de Australia por segunda vez en su carrera -la anterior en 2008-, tras superar en sets consecutivos (6-4, 6-2, 6-3) al británico Andy Murray.

El serbio de 23 años llegó a la final como favorito, luego de dejar atrás en semifinales al número dos del mundo, Roger Federer, también en tres sets.

Esta es la tercera ocasión desde 2004 que Federer no llega a la final del torneo; también quedó en el camino el número uno del mundo, el español Rafael Nadal (eliminado por su compatriota David Ferrer en cuartos de final).

En el partido que le dio el torneo Djokovic, número tres del mundo, sacó provecho de los momentos decisivos, como cuando Murray intentaba no perder el primer set estando 4-5 con su saque y 15-30 en el game.

Tras un intenso intercambio de 38 golpes, Djokovic logró forzar el error del británico, quebrando su saque y quedándose finalmente con el set luego de un error no forzado de Murray en el último game.

Habían pasado 59 minutos de partido.

Potencia vs. imprecisión

La constancia del serbio, sumada a su potencia y movilidad contrastaron con la imprecisión de Murray en el saque.

Sí enfrentó un momento en el que el partido pareció empezar a escaparse de los tres sets, cuando en el que sería -finalmente- el último, Murray logró igualar 3-3.

Hasta ahí dejó Djokovic llegar al británico. En el punto de quiebre número 17 del partido, estando 4-3, el serbio atacó con una serie de formidables golpes hasta quedarse a un game de la victoria, con el saque en sus manos.

Tras casi dos horas y 40 minutos de juego, bajo temperaturas que llegaron a rozar en el día los 40 grados centígrados, Djokovic finalmente se quedó con el título.

Oportunidades

Al recibir el trofeo, Djokovic dijo “esto es para mi país”; también rindió tributo a las víctimas de las inundaciones en Australia.

A su oponente, el serbio le dijo: “espero que tengas otra oportunidad de ganar un Grand Slam, con tu talento lo lograrás”.

“Volveré y ya tendré nuevas oportunidades en el futuro”, aseguró por su parte Murray, quien en 2010 ya había perdido la final de este torneo frente a Roger Federer.

El escocés es la gran esperanza de los británicos de que uno de sus compatriotas obtenga un primer título de Grand Slam desde que Fred Perry ganara el Abierto de EE.UU. en 1936.