Namphi RodríguezSANTO DOMINGO, RD.- El abogado Namphi Rodríguez advirtió que la selección de la legisladora Lucía Medina para presidir la Cámara de Diputados “acentúa sensiblemente” el nepotismo en la República Dominicana.

Rodríguez, catedrático de Derecho Constitucional y presidente de la Fundación Prensa y Derecho, dijo que el artículo 102 de la Constitución sanciona las prácticas de proporcionar “ventajas” a familiares y allegados de los funcionarios públicos.

El jurista consideró que el presidente Danilo Medina debió observar una actitud más cautelosa y rechazar esa propuesta ante el Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) para cuidar su figura de gobernante democrático.

“En democracia las formas son importantes, las decisiones de un gobernante pasan por el tamiz de la legalidad constitucional; es decir, sus actos, están sujetos al procedimiento y las formalidades que establece la Carta Política para su legitimación democrática”, adujo.

Consideró pese a que la Cámara de Diputados forma parte de un poder distinto al Poder Ejecutivo, lo cierto es que en democracia no es normal que la hermana del presidente de la República dirija el Congreso, puesto que esas son prácticas más propias de dinastías constitucionales.

 

“Si no se define una ética de la política, los gobernantes corren el riesgo de caer en los contornos mágico-realistas de Francois Duvalier (Papa Doc), quien creó en la Constitución haitiana  una presidencia hereditaria que a su muerte legó el poder a un mozalbete de 17 años que lo único que sabía hacer era beber tafiá, parrandear y asesinar personas”, subrayó el jurista.

Rodríguez se refirió a la decisión del Comité Político del PLD de designar a la diputada y hermana del presidente Danilo Medina Lucía Medina para presidir la Cámara Baja.

 

Aclaró que no es que la diputada Medina no tenga los méritos personales para ocupar el puesto, sino que “lo prudente” hubiera sido que no optara para evitarle tensiones al sistema político.

 

Recordó que el caso de los expresidente Horacio Vásquez y Juan Bosch, quienes “siempre abominaron de ese tipo de prácticas” que representaban expresiones de autoritarismo político.

 

“Fernando Beláunde Terry, en Perú, Rómulo Gallegos, en Venezuela, y José Figueres, en Costa Rica, fueron sus coetáneos, compañeros de sueños, y como él, supieron inocularse para no padecer esa enfermedad del autoritarismo rapaz latinoamericano”, agregó.

 

Instó a erradicar las viejas prácticas del trujillismo en el país, que se caracterizó por una concepción familiar y patrimonialista del Estado, en la que el propio hermano dl dictador Héctor Bienvenido Trujillo fue colocado en dos ocasiones como presidente-títere de la República.

 

“Rafael Leonidas Trujillo fue amo y señor de esta media isla. Sus hermanos Héctor y Petán, sus hijos Ranfis, Radhamés, Angelita, su esposa María Martínez  y una larga ralea de familiares y esbirros de la misma laya iban y venían en los puestos del Estado al antojo y capricho del todopoderoso sátrapa”, concluyó.