En un sin número de ocasiones he explicado las diferencias entre los cuerpos policiales y militares, sin embargo siguen las confusiones y requerimientos de que continúe simplificando las explicaciones.

La seguridad es transversal a todas las actividades de una sociedad organizada, siendo la garante del respeto y el cumplimiento a las normas establecidas, haciendo posible el libre ejercicio de los derechos y libertades en toda sociedad democrática.

La policía y los demás organismos de seguridad les corresponden contribuir con las políticas públicas que deben y demandan los actuales momentos en la expansión de la democracia y la gobernabilidad dentro de un estado de derechos, pero cada quien en su misión: los policías se educan para prevenir crímenes y salvaguardar vidas y propiedades; los militares se instruyen para las guerras, con excepciones de algunas tareas domestica.

En estos momentos el Estado dominicano vive una situación anómica por lo que se demanda un fortalecimiento institucional y un rescate de los valores y principios éticos para cohesionar a toda la sociedad en el proyecto de nación anhelado por nuestros héroes fundadores de la república.

“Los militares no son policías” Los países desarrollados con un estado derecho efectivo por lo general tienen sistemas institucional, políticas públicas, leyes y disposiciones firmes, supuestos a ser inquebrantables. Tal es el caso que, cuando en una situación se extrapolan las normas, los límites, disposiciones o costumbres, los pueblos se encargan de exigir la restitución de la normalidad o alertar.

En cuanto a los asuntos de seguridad interior, que corresponde a la policía y defensa nacional, que les toca a las Fuerzas Armadas, en la República Dominicana, “disque democrática”, emitir juicios sobre injerencias de las FFAA en la Policía Nacional, es catalogado como un hecho de indisciplina y evidentemente puede costar el fin de una carrera, obviando el derecho constitucional y la dignidad humana, colocando a las autoridades por encima de las normas que están llamadas a respetar y hacer respetar.

En los países más avanzados, cualquier sospecha de injerencia de las Fuerzas Armadas en los asuntos de Seguridad Pública se puede convertir en algo alarmante, para la sociedad dominicana lamentablemente pasa desapercibida y aquel que osara llamar la atención será victima de los abusos del poder.

Una muestra de cómo actúan las sociedades civilizadas es revelada en el editorial publicado en el New York Times el pasado 29 de julio del 2010, donde se muestra la gran preocupación reinante en relación a los límites que deben tener los militares respectos a los policías en los Estados Unidos, pues a pesar de encontrarse en estado de guerra son intolerables frente a dichas confusiones e injerencias. “La Ley de Posse Comitatus del 1878 prohíbe de forma general el que los militares participen en actividades policiales dentro de los Estados Unidos.”

El gobierno y el Congreso deben garantizar que las líneas entre los militares y los policías sean restauradas con claridad y sean respetadas.

Es evidente que ni en nuestra República Dominicana ni en Estados Unidos ni en ninguna parte del mundo “los militares son la policía”. En el país persisten las injerencias entre los diferentes servicios, tal es el caso de la FFAA en las funciones policiales y que cargan con el mal funcionamientos de estas instituciones, haciéndolas débiles y atrasadas.