Marino Báez

Las secuelas de problemas dejados por el presidente Leonel Fernandez Reyna, al término de su mandato 2004-2008 y 2008-2012, dejan en entredicho el perfil para el cual fue fundado por el profesor Juan Bosch, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), porque además de violar los principios y la ética de gobernar con transparencia, también ha querido dejar una carga sumamente pesada a su predecesor, licenciado Danilo Medina.

Entuertos vislumbrados en la falta de capacidad para enfrentar la corrupción en los diferentes ministerios del estado, distan mucho de los discursos sobre transparencia promovidos por el inquilino oficialista, que a escasos dias para entregar el poder se mantiene a bordo de un helicóptero recorriendo el país, a fin de hacer reconocer el perfil de su mandato a cambio de inauguraciones de obras inconclusas.

No ha bastado con dilapidar los fondos de la administración pública en la construcción de dos líneas de metros y disponer de recursos a contrapeso para construir carreteras, autopistas, peajes y otros mega proyectos, que a fin cuenta no aportan absolutamente nada al desarrollo de los dominicanos, porque han sido puestos en ejecución para beneficio propio de muchos propietarios de empresas contratistas ligados al actual gobierno, donde está enquistada la corruptela más perversa de la historia.

Esta manifestación ha quedado demostrada con la aprobación de la “Ley General de Salarios”, donde los “honorables legisladores” deciden no reducirse el sueldo y los beneficios extras por levantar las manos, hasta tanto inicie la próxima legislatura, mientras también se muestran bastante generoso con el gobernador del Banco Central, quien es tan pobre que se embolsilla mensualmente más de dos millones de pesos.

A partir de este 16 de agosto, Danilo Medina tiene el reto de relanzar el país y hacer una reingeniería en la administración pública, para que pueda consagrarse con los dominicanos y evite ser cuestionado, en caso de seguirle los pasos a quienes desbordaron el país por el sendero del despilfarro, el desempleo, el analfabetismo, la pobreza, la mala administración de justicia, la corrupción administrativa y el bandidaje que pulula en el congreso nacional.

Estamos claro de que Danilo Medina está cargado de buenas intenciones para cambiar el destino de la República Dominicana, sin embargo, creemos que para lograrlo, el nuevo inquilino del Palacio Nacional debe reducir el salario de los diferentes ministros, incluyendo a los senadores, diputados y a todo el que esté por encima de lo establecido en la Ley General de Salarios, la cual fue aprobada al vapor y apegada a intereses mezquinos e interesados.

Los dominicanos le han dado la oportunidad de gobernar a Danilo Medina, para que reduzca el gasto corriente a su máxima expresión, disponga del 16% del Producto Interno Bruto (PIB), para la educación, cancele a todos los funcionarios de la actual administración y castigue a corto y largo plazo la corrupción que bordea todos los estamentos del gobierno.

La solución al problema de la energía eléctrica es uno de los reclamos mayoritarios de la población dominicana, por tanto, todos debemos ser medidos con la misma vara, mediante el cobro del consumo adecuado, no así cobrándole a quienes pagan el consumo de los que no pagan el servicio. Claro, el consumo de la energía debe pagarse, dependiendo de la eficiencia de las empresas distribuidoras, por lo que Danilo está obligado a gestionar la estabilidad del servicio energético nacional.

Si estos consejos sentidos por el pueblo dominicano se cumplieran, Oh Dios, Danilo Medina se convertiría en el primer y único presidente dominicano que se casa con la gloria y “serviría al partido para servir al pueblo”.