teatro goteraEn el Teatro Nacional Eduardo Brito hubo dos funciones el sábado. Una de mal gusto y vergonzosa para el país. La otra, fina y destacable. Sube el telón: llovía como hacía tiempo no pasaba en la capital dominicana.

Gotas de agua. A chorros. El público, absorto, inerte, no podía creerlo.

La primera función no era para aplausos. El sagrado, magnífico, espectacular Teatro Nacional, ofrecía uno de sus más deprimentes espectáculos desde aquel 16 de agosto de 1973 cuando se escucharon los primeros grandes aplausos en el recinto artístico.

Con un ballet de prestigio mundial, como el Ballet Clásico de Praga, 1,064 personas sentadas que desafiaron la lluvia ahora sentían la vergu¨enza de tener en esas condiciones un teatro que ha sido orgullo de los dominicanos durante décadas.

El equipo del Teatro Nacional rápidamente secaba con “suapes” y toallas toda el agua que había en el escenario pero, incluso, durante el acto principal las grandes goteras seguían cayendo.

Los bailarines cuidaban mucho de no usar todo el escenario por temor a resbalar.

Al llegar, los asistentes se encontraron el escenario con mallas ciclónicas llenas de agua, lo que desató la indignación del empresario César Suárez, quien reclamó públicamente sobre estas condiciones del teatro y culpó a su director, Niní Cáffaro.

Suárez se dirigió al ministro de Cultura, José Antonio Rodríguez, para denunciar lo que considera un caos en la institución.

El empresario manifestó que llamó a los directores del Teatro Nacional de Praga, en la República Checa, para que autorizaran la presentación de los bailarines en medio de lo peligroso que pudiera representar bailar en un escenario mojado. Al final, este protagonista de la historia recibió el aplauso del público.

Desde el balcón asignado, Cáffaro quiso explicar o justificar lo acontecido. Lo hizo, aunque recibió abucheo.

Según sus explicaciones, él planteó la necesidad de una remodelación del lugar y que Cultura ya lo tiene aprobado.

El “tú a tú” entre Suárez y Cáffaro concluyó con pena y vergu¨enza colectiva. Luego vino la otra función, la de gala, que hizo que los aplausos volvieran a resonar en la sala.

No es la primera vez que se denuncia la caída de agua en el escenario principal. La reparación del legendario teatro viene esperando desde hace varios años sin que las autoridades decidan ponerle atención al problema.

Obra de 41 años
El Teatro Nacional Eduardo Brito se inauguró el 16 de agosto, pero de 1973, coincidiendo con una fecha más de la Guerra de Restauración de 1863. Una fiesta de gala fue la realizada esa noche en la cual se inauguraba oficialmente esta obra, creada por el arquitecto Teófilo Carbonell. Se trató de una gran novedad para República Dominicana en ese momento.

Esta infraestructura reemplazó en algún modo al Palacio de Bellas Artes.

 … Y el show tuvo que continuar  
A pesar de las fuertes lluvias, y los disturbios en el teatro, el “lenguaje” propio de la danza ganó la partida. Y es que por medio a cada interpretación, el Ballet Clásico del Teatro Nacional de Praga deslumbró al auditorio con la presentación de sus 12 piezas que evocaban a la fantasía y al recuerdo de grandes clásicos.

El reloj marcaba las 8: 55 de la noche del sábado cuando todo empezó, tras las palabras de disculpas a la audiencia por el empresario de eventos César Suárez, de Star Show, así como su evidente indignación y queja por los problemas estructurales y condicionamiento del Teatro Nacional, el cual celebraba sus 41 años de apertura.

Los chubascos habían afectado las instalaciones pero eso no fue excusa para dejar de ver show sorprendente, con piezas como: “La bella durmiente” (la cual abrió el espectáculo), “Diana y Acteón” (en Pas de deux), “Raymonda”, “Bayadera”, “Don Quijote”, entre otras que dejaron al público cautivo.

A pesar de lo clásico, un toque de contemporáneo no pudo faltar, siendo “Romeo y Julieta Suite”, de los bailarines Marta Drastíková y Ondrej Vinklát, y “Return to a Strange Land”, de Magdaléna Matejková y Jonás Dolník, dos de los favoritos de la noche. Sus destrezas y pasión por la danza, hicieron entender cada historia y emocionar a cada espectador, lo que se notó por el “feedback” de sus fuertes aplausos. Otro momento inolvidable de la noche fue la pieza del “Lago de los Cisnes”, así como el gran cierre donde bailó toda la compañía.

Saltos, pirouettes y puntas perfectas iban al compás de cada nota musical, donde los bailares se lucieron en conjunto y algunos instantes en solo, como es el caso de la bailarina Nikola Márová, quien caracterizó “La muerte del cisne”.

El drama, la caracterización de personajes y emociones, así como la reinterpretación de algunos clásicos de esta rama de las Bellas Artes, deleitó a los presentes con este regreso del ballet de la República Checa al país, bajo la dirección Petr Zuska, coreógrafo y director artístico del Ballet Nacional de Praga.

Su selección magistral de rutinas y los diez bailarines que estuvieron en escena, hicieron de esas dos horas de espectáculo un momento para conocer otras culturas, disfrutar la historia detrás de cada baile y encontrar a otros amantes de la danza. Con esta presentación, el ballet culmina su gira por América.