Por: Wilkin de la Cruz 

wilkinDesde que tengo uso de razón he escuchado innumerable cantidad de veces que en nuestro país se cometen muchos actos de corrupción en la administración de los recursos públicos.

Por igual esa afirmación real o falsa compite fuertemente con el argumento o la defensa de los acusados de que tales imputaciones tienen un carácter pura y estrictamente político. Son las llamadas acusaciones políticas.

Podemos recordar frases que se pueden considerar célebres. Por ejemplo el fallecido ex presidente Joaquín Balaguer (1986-1996) dijo en una oportunidad que la corrupción se detenía en la puerta de su despacho. Lo que se traduce en que había corruptos en su gobierno pero que él no era uno de ellos.

Otro ejemplo es el que atribuye al también ex jefe de Estado Leonel Fernández (1996-2000) haber afirmado que la corrupción se llevaba cada años más de RD$30 mil millones.

Mientras Hipólito Mejía (2000-2004) basó parte de su campaña para la Presidencia de la República en llevar a los tribunales y de ahí a la cárcel a los que de alguna manera habían malversado el erario público a través de sus actos de corrupción.

Al regreso de Leonel Fernández al poder (2004-2012), el doctor Marino Vinicio Castillo reveló que encontraron más 40 auditorías hechas por la Cámara de Cuentas a la pasada gestión encabezada por Hipólito Mejía pero, cierto y mentira, esto no pasó de ser una denuncia en los medios de comunicación.

Transcurrido el tiempo en algunos gobiernos fueron sometidos varios funcionarios de gestiones anteriores o de las que estaban en curso.

Podemos citar algunos casos como los reformistas Ángel Lockward y Héctor Rodríguez Pimentel; los perredeistas como Víctor Tió y Pepe Goico, los peledeistas como Diandino Peña, Luís Inchaustegui o Félix Bautista; de partidos emergentes como ahora con Elías Wessin Chávez.

Puede que estas personas sean inocentes o todo lo contrario. Sin embargo, las condenas o absoluciones de los casos se quedaron a nivel mediático porque casi ninguno de esos casos llegó al fondo de la imputación.

Así las cosas, vemos como han transcurrido los años sin que nadie del nivel político haya sido enjuiciado, condenado o descargado por una acusación prevaricación.

Sólo han sido condenados y cumplen sus respectivas condenas varios empresarios banqueros en cuyos casos si hubo sentencias definitivas.

Definitivamente los casos han sonado de más en los medios de comunicación y hasta han llegado a los tribunales pero no pasan de ser acusaciones políticas.

Con la llegada de Danilo Medina también se crearon algunas expectativas en cuando a la persecución de la corrupción pero los meses han pasado y el jefe de Estado está más concentrado en hacer su obra de gobierno que en perseguir a los supuestos corruptos del pasado. Esta es la percepción.

Qué quisiera yo? Que el funcionario, cual que fuera, que sea imputado de algún hecho doloso durante su paso por la administración pública deje de usar el cliché de que lo acusan por asuntos políticos.

Que los jueces y fiscales conforme las investigaciones determinen la veracidad o falsedad de la acusación.