SANTO DOMINGO, RD.- El geólogo Osiris De León cree que es normal la preocupación a un sismo de gran magnitud en la República Dominicana, por los 10 recientes temblores de tierra de magnitud superior a 4.2 Richter, ocurridos en las vecindades de San José de Ocoa, la isla Saona y en la zona sur de Río San Juan, dice que los dominicanos deben prepararse para un terremoto.
Explica que esos temblores han provocado un extraordinario pánico en una población dominicana carente de la debida información oficial, pero que ha estado muy preocupada desde que el día 12 de enero de 2010 un sismo de magnitud 7.0 Richter mató 300 mil personas en Puerto Príncipe.
Entrevistado en el programa El Puerto, que produce William Rodriguez por Súper Canal, De León, precisa que en ese terremoto que afectó Haití dejó 300 mil viviendas colapsadas, 40 mil comercios destruidos y cinco mil escuelas aplastadas, incluyendo el palacio de gobierno, la catedral, el palacio de justicia, el hotel Montana, los bancos y los edificios de oficinas de las empresas de ingeniería, estaban todos sobre suelos arcillosos y arenosos de mal comportamiento sísmico, y que todas las viviendas de muy mala calidad, construidas sobre la roca caliza de buena calidad, se quedaron de pie, y no sufrieron ni grietas, pues tal y como dice el Evangelio de Mateo, 7:24-27, el hombre prudente construye sobre roca y el hombre insensato construye sobre arena.
Aclaró que esa tragedia de Haití no sucede por la ausencia de códigos de construcción, ni la falta de varillas de acero y del uso de concreto de mala calidad, “y era evidente que la tragedia estaba en la inobservancia de que los suelos arcillosos y arenosos amplifican el espectro sísmico y hacen colapsar las estructuras levantadas sin el debido rigor sismo resistente, porque fueron edificaciones levantadas para trabajar bajo condiciones estáticas, pero que fallaron por efectos cortantes al entrar en un inesperado régimen dinámico, tal y como ocurrió en el pasado colonial con las ciudades de Santiago y La vega, las que fueron totalmente destruidas por los sismos de la zona norte”.
Otra experiencia del terremoto de Haití según De León es que fue evidente que en muchos casos las losas de techo cayeron sobre objetos grandes y fuertes y dejaron un espacio hueco a su alrededor, permitiendo que algunas personas que se encontraban en ese espacio hueco sobrevivieran al colapso. “Ese espacio hueco es denominado triángulo de vacío, o triangulo de vida, porque en muchos terremotos ha salvado muchas vidas”.
Sostiene que es lamentable escuchar a experimentados ingenieros constructores santiagueros decir que en caso de un gran sismo cercano a la ciudad de Santiago allí no ha de pasar nada porque los edificios de Santiago están preparados para soportar un sismo de 8.0 en la escala de Richter, olvidando que el viaducto de Hanshin, en Kobe, Japón, reforzado con suficiente acero para soportar un sismo de magnitud 8.2, colapsó en 1995 con un sismo de 7.3, es decir, un sismo 10 veces menor que el esperado, y todo porque la aceleración del suelo arcilloso fue el doble de la aceleración de diseño. Y eso que Japón es un país muy bien preparado para los eventos sísmicos, donde se respetan las rigurosas normas de construcción con sismo resistencia, mientras en la Rep. Dominicana cualquiera hace lo que quiere, donde quiere y como quiere.
Osiris de León sostiene que los ingenieros santiagueros que así opinan, hablan como constructores que cuidan su nombre frente a sus obras y frente a sus clientes, pero saben muy bien que un sismo de 8.0 Richter dejaría tierra arrasada en Santiago, como en el pasado colonial, y en lugar de ellos sumarse a los esfuerzos para crear conciencia sobre la vulnerabilidad de las obras levantadas sobre suelos flexibles, y hacer un llamado al reforzamiento de las estructuras vulnerables a sismos, salen a atacarnos, al igual que algunos periodistas indolentes, diciendo que estamos asustando a la gente, como si nosotros fuéramos los responsables de los temblores de tierra, y fuéramos los responsables de las malas decisiones ingenieriles que ponen en peligro a la población del Cibao.
“Algún periodista o ingeniero podría decir que el terremoto de Puerto Príncipe mató a unas 300 mil personas porque algún geólogo estuvo asustando a la gente. Creemos que no. Y muy por el contrario, si algún geólogo haitiano hubiese estado advirtiendo frecuentemente de la posibilidad de un sismo mayor, entonces la gente se hubiese preparado y la tragedia hubiese sido menor”, sostiene.
También dice que las autoridades del Centro de Operaciones de Emergencias (COE) incurren en dos graves errores: el primero de ellos decir que en caso de un sismo la gente debe colocarse debajo de una mesa (Eso ayuda a que la gente quede aplastada), y el segundo error es decir que solamente ellos tienen autoridad y calidad para informar a la población sobre los fenómenos naturales, como si estuviésemos viviendo la dictadura de la Era de Trujillo, donde muchos guardias hacían lo que querían, incluyendo leer al revés, por no saber leer.
El contraste entre la información científica y la desinformación es la razón por la cual algunos ingenieros santiagueros no quieren que se hable de la vulnerabilidad de las edificaciones levantadas sobre suelos flexibles, porque si ningún geólogo reconocido lo dice por adelantado, el día que venga el sismo, y se caiga casi todo, ellos pueden decir que fue un terremoto muy grande, y que en los países desarrollados los terremotos grandes también destruyen todo.
Este es el país de la desinformación, donde siempre se juega a la ignorancia de una parte importante de la población, donde se juega al analfabetismo de casi un 20% de la población, donde el 88% de las escuelas públicas y privadas no alcanza el 70% de aprobación, donde se juega a que el gobierno y los ingenieros constructores siempre tienen la razón, y donde se juega a que si algún académico entendido en geociencias intenta orientar correctamente a la población está cometiendo un grave pecado y merece la excomunión. Ese es nuestro país.