En el 1503, Anacaona tenía la reputación de ser la administradora más eficiente, y la mujer más hermosa y respetada en la isla. Sin embargo, tuvo que presenciar la despiadada masacre de su pueblo de manos de Nicolás de Ovando, el gobernador español. Este primer acto de crueldad se ha registrado en los registros históricos como la matanza de Jaragua. Anacaona, tratando de detener la masacre, fue asesinada por Ovando. Encarcelada, la Reina le respondió con estos versos:
“No es honorable matar, ni se puede honrar propiciar la tragedia. Abramos un puente de amor, para que a través de él, incluso nuestros enemigos puedan caminar y dejar sus huellas para la posteridad.”
16 años después en 1519, con alrededor de 22 años, hastiado de los abusos de los invasores, Enriquillo decide declararse en rebeldía y desarrollar un sistema de guerra y de guerrillas en las montañas del Bahoruco.
Para Enriquillo los españoles eran mentirosos, traidores, ladrones, violadores, degradaban permanentemente cuanto era sagrado para la raza nativa, cuyos mandamientos eran: No Mentiras, No Robaras, No serás vago y Respetaras a los Mayores.
En la famosa matanza de jaragua supuestamente los españoles firmarían un tratado de paz y la respuesta fue acabar, destrozar, matar y violar a más de trescientas doncellas que no habían conocido barón y ahorcar después a la reina Anacaona. Por eso los Indios de Quisqueya no creían mas en los diabólicos y asesinos españoles dirigidos por el carnicero de Nicolás de Ovando.
La defensa realizada a la dignidad levantada bien en alto por Enriquillo, fue tan fuerte que en 1533 llegó a la isla el Capitán General Francisco de Barrionuevo enviado por el Monarca español, Rey Carlos I, con un documento donde le proponía la paz. El Cacique del Bahoruco decide reunirse con él cerca del lago, el cual desde entonces lleva el nombre de Lago Enriquillo.
El acuerdo fue sencillo, a cambio de terminar la guerra el Cacique exigió la libertad para los de su raza oprimida bajo el régimen de la encomienda; este pacto convirtió al Cacique del Bahoruco en el Libertador de Quisqueya, proyectándolo en el tiempo y el espacio como unos de los hombres dignos y memorables de la historia de Santo Domingo.
La dignidad de Enriquillo, sobresalía entre sus iguales, ya que Tamayo y Ciguayo, compañeros de luchas, tenían una política de “español que cayera en sus manos, español que era sacrificado en venganza por los crímenes cometidos contra los de su raza”. El Cacique Enriquillo por el contrario los atrapaba vivos y luego los devolvía sanos y salvos a sus casas; dando con esto cátedra de dignidad, moralidad, decencia y respeto por la vida de los seres humanos.

Versos a Enriquillo, ejemplo de dignidad
I
Enriquillo ejemplo de dignidad,
los dominicanos te admiramos.
Enseñaste que es mejor morir luchando,
que vivir arrodillado.
II
Caamaño, Amaury y Narciso te imitaron,
luchando y protestando murieron.
Desde el Bahoruco luchaste,
por la dignidad del pueblo que tanto amaste.