WASHINGTON, EEUU.- Los investigadores del tiroteo ocurrido el sábado en Tucson, en el que murieron 6 personas y quedó gravemente herida una congresista, Gabrielle Giffords, reconocen que no saben aún las razones del atacante.

Sin embargo, al menos uno de los jefes policiales dice tener claro lo que impulsó a actuar al pistolero Jared Loughner: el discurso político radical que cultivaría la derecha estadounidense.

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En su primera comparecencia ante la prensa, poco después del atentado a las afueras de en un supermercado de Tucson, Arizona, el sheriff del condado de Pima, Clarence Dupnik, afirmó que un discurso político “cáustico” impulsó al joven Loughner a disparar contra la congresista mientras realizaba un evento político.

“Cuando miras a personas desbalanceadas, cómo son, cómo responden a lo cáustico que sale de ciertas bocas acerca de derrumbar el gobierno. La rabia, el odio, la intolerancia que está dándose en este país está llegando a ser escandalosa” aseguró Dupnik.

“Esto puede ser expresión libre pero no está exenta de consecuencias” dijo Dupnik, militante del Partido Demócrata, desatando un debate nacional sobre las supuestas consecuencias de un discurso político radical.

La rabia, el odio, la intolerancia que está dándose en este país está llegando a ser escadalosa
Clarence Dupnik, sheriff del condado de Pima
Palin a la defensiva

Como la radicalidad a la que se refiere Dupnik es la que usa la derecha más conservadora y específicamente el llamado Tea Party, han surgido voces desde ese sector cuestionando la politización que los liberales estarían haciendo de la tragedia.

La ex candidata a la vicepresidencia y ex gobernadora de Alaska, Sarah Palin, está en la mira de los críticos de quienes coinciden con Dupnik y critican su lenguaje “militarista” lleno de referencias armadas.

Un mapa del país en el que el Comité Político de Palin identificó con mirillas telescópicas a 20 representantes demócratas a quien había que derrotar en las elecciones de noviembre pasado, ha sido retirado de su sitio web, mientras que en su página de Facebook, Palin ofrece condolencias a Giffords y las víctimas del ataque.

“No tenemos nada que ver con esto (el ataque). Nosotros nunca jamás quisimos que se interpretaran como mirillas de rifle. Eran simplemente marcas de topógrafo, como las que aparecen en los mapas”, aseguró en una entrevista radial este lunes, Rebecca Mansour, una de las asistentes de la ex gobernadora.

Sin embargo, muchos destacan las expresiones usadas por Palin como cuando mandó a los conservadores que perdieron en las parlamentarias a ” no retirarse, sino a recargar”, en un juego de palabras que pareció ingenioso a los amantes de las armas, que tienen en la republicana a una de sus más notables aliadas.

Sarah Palin aseguró “no tener nada que ver” con el ataque.

Hasta ahora, las evidencias recolectadas por la policía no permiten establecer ninguna motivación política en Loughner, quien ha sido descrito como esquizofrénico y supuesto lector tanto del Manifiesto Comunista de Carlos Marx, como Mi Lucha de Adolfo Hitler.

Pistolas y cuchillos

En todo caso, el lenguaje con alusiones armadas no es exclusivo de los conservadores. En la campaña para el Congreso de noviembre pasado el presidente Barack Obama causó una conmoción en la clase política cuando calificó de “enemigos” a los de la oposición.

En tiempos de su campaña electoral, en 2008, el candidato Obama dijo durante un evento político que “si los republicanos traen cuchillos a la mesa, nosotros traeremos pistolas”.

En un anuncio de su campaña al Senado en noviembre el entonces gobernador de Virginia Oeste, el ahora senador demócrata Joe Manchin, apareció disparándole al texto de una polémica ley ambiental recientemente aprobada por la Cámara de Representantes.

Según una investigación presentada en noviembre pasado por el Centro para la Participación Política, Allegheny College, un instituto universitario de Pensilvania, 50% de la población considera que el diálogo político en Washington se ha deteriorado en los últimos dos años durante el gobierno del presidente Obama.

La mayoría culpa a los partidos políticos y a los medios de comunicación, particularmente la radio, del deterioro en la “civilidad política”, algo que el 95% considera importante para mantener una democracia saludable.

La influencia de la radio es grande en Estados Unidos, donde comentaristas políticos, de derecha e izquierda, suelen usar un lenguaje ofensivo a la hora de criticar a sus contrarios.

Uno de ellos, Glenn Beck, estrella del mundo conservador, dice en su espacio radial cosas que legalmente no puede decir en su programa de la cadena de noticias Fox, con todo y que esa televisora es considerada hostil al gobierno y al movimiento liberal.

Lenguaje figurado

Yo creo que esto lo han convertido muchos liberales en una cuestión política, cuando es una tragedia
Adolfo Franco, analista político
Objetivo, estrategia, trinchera, armas, batalla, son palabras que suelen estar presentes en el lenguaje político cotidiano en EE.UU., por parte de ambos partidos, aunque sus cultores aclaran que siempre en un sentido figurado.

“Yo creo que esto lo han convertido muchos liberales en una cuestión política, cuando es una tragedia (…) lo que es una falta de respeto a las víctimas” aseguró a BBC Mundo el analista político de tendencia republicana, Adolfo Franco.

“Cuando se empieza a hablar de discurso civilizado y sobre cómo hay que limitar (el verbo agresivo) yo me pregunto si es una manera de tratar de limitar o no permitir la libre expresión de ideas”, afirmó Franco, quien asegura que una retórica política fuerte “es parte del discurso de una sociedad libre”.

La clase política estadounidense se ha unido en condenar el ataque de Tucson y han prometido dejar por los momentos la diatriba en aras de la unidad nacional, al punto que el Congreso ha suspendido los asuntos que tenía pendientes para esta semana.

En la agenda parlamentaria del miércoles estaba la votación en la Cámara de Representantes del proyecto republicano para derogar las leyes con las que el año pasado se reformó el sistema de salud, uno de los puntos más polémicos en la arena política estadounidense .

Pasada la conmoción del atentado contra Giffords, todos dan por descontado que el torneo retórico característico de Washington se reanudará con igual intensidad y que el debate sobre la “civilidad” del discurso quedará archivado o para el ejercicio académico.

A CINCUENTA AÑOS DE KENNEDY
EE.UU. no es extraño a la violencia política. Ha sufrido el asesinato de tres presidentes, políticos destacados y algunos jueces.

Sin embargo, por lo general, el debate político no suele ser físicamente violento ni peligroso. Las campañas y las elecciones se cumplen con regularidad y sin mayores incidentes.

“Hace cincuenta años, cuando asesinaron al presidente Kennedy, culparon a una cultura de odio en Dallas”, recuerda Adolfo Franco, en referencia a la ciudad de Texas, donde fue abatido el mandatario.

Y así como todavía Texas lleva la vergonzosa mancha de “haber matado” a un presidente, es posible que Arizona vea incrementada la fama de estado intolerante que se ganó el año pasado entre algunas personas con su polémica ley de inmigración.