LA PAZ, Bolivia.- El aumento global de los precios en los alimentos, junto con otras circunstancias locales, siguen generando efectos políticos en Bolivia. Así queda evidenciado con las protestas experimentadas en varios sitios del país en las últimas horas.
En Oruro, la tierra natal del presidente Evo Morales, se registraron el jueves protestas de ciudadanos descontentos por el alza de los precios. El mandatario y su comitiva, que planeaban participar en varios actos públicos en la ciudad, cancelaron su agenda y salieron de la ciudad.
El aumento sustancial del precio del azúcar ha intensificado las protestas de consumidores.
Este viernes, juntas vecinales, maestros y otros sectores prevén salir a las calles en la Paz para manifestarse contra el alza del costo de vida.
El gobierno de Morales ha acusado a opositores, empresarios y a la crisis global por la escasez y la subida de precios. El mandatario llegó a sugerir que la gente cambie el azúcar por la miel y que reemplace el desayuno por la sopa de huesos.
Problema global, impacto local
Naciones Unidas ha señalado que desde agosto de 2010 los alimentos han subido de precio de manera sostenida en el mundo.
Esta realidad, junto con circunstancias locales, provoca tensiones también en Bolivia. En diciembre, el encarecimiento de los alimentos se disparó luego de que el gobierno de Evo Morales decretara el denominado “gasolinazo”, una medida que subió el costo de los combustibles hasta en 83 por ciento.
Tras una semana de vigencia de la medida y de violentas protestas sociales, Morales anuló el polémico “gasolinazo”, pero el costo de los alimentos no rebajó a niveles anteriores.
Por el contrario, la tendencia alcista se afianzó sobre todo en el azúcar, las carnes y otros productos básicos. El Banco Central de Bolivia subió su meta de inflación de 4,5 a 6 por ciento para este año, aunque analistas económicos anticipan cifras más elevadas.
Estado importador, productor y vendedor
Para contrarrestar esta tendencia y contener a presuntos especuladores, el gobierno de Morales empezó a producir, importar y vender directamente alimentos en los almacenes de la estatal Emapa.
En torno a estos almacenes, se formaron largas filas de consumidores descontentos en busca de azúcar, un producto que escasea en el comercio privado. Los focos de conflicto y de tensión, entonces, afloraron en la calle.
Muchos comerciantes de alimentos, por su parte, iniciaron protestas en contra de Emapa, porque creen que esa empresa estatal monopoliza la venta del azúcar y provoca la escasez.
En la ciudad de Santa Cruz, un bastión de la oposición al gobierno, estos grupos cerraron el jueves los accesos al aeropuerto internacional.
“El gobierno no aprovechó la crisis”
El analista económico Gonzalo Chávez dijo a BBC Mundo que Bolivia no ha aprovechado la oportunidad que representó para los países agrícolas la subida del precio de los alimentos, tal como ocurrió en Paraguay y Brasil, que “hicieron revoluciones con su agricultura”.
En su opinión, Bolivia tiene “una vocación agrícola gigantesca, pero ahora se ve en la necesidad de importar alimentos” porque no se han adoptado políticas públicas para incrementar la frontera agrícola e incentivar la producción.
Chávez cree que “la gente es la que está preocupada por el incremento del precio de los alimentos” y que las protestas no son producto de los partidos políticos porque “no hay oposición en Bolivia”.
Pese a las críticas sobre la participación del estado en la producción y venta de alimentos, el presidente Morales ratificó que continuará con esta política para garantizar la seguridad alimentaria.
El analista político, Jorge Lazarte, en entrevista con BBC Mundo considera que si bien en Bolivia se están generando movilizaciones por los alimentos, no hay condiciones para que éstas deriven en “ingobernabilidad política”.