Me ha ocurrido en repetidas ocasiones últimamente. Al parecer es una línea política morada. Con el deseo de aminorar el entusiasmo relacionado al triunfo o de cambiar la percepción desastrosa nacional existente, ciertos contertulios me han espetado con la frase “tú no vivías aquí cuando Hipólito”. Con todo respeto y  con muchísimo ánimo les respondo: ¡Sí, yo vivía aquí!

Lo hago porque realmente vivía y vivo aquí. Por ende he podido equiparar cuantitativa y cualitativamente ambos gobiernos. Tengo mi propia memoria para el olvido, nadie me la ha podido borrar, a pesar de ingentes intentos mediáticos.

Desde mi fresca memoria, ejercitada con vehemencia y bendecida por Dios Todopoderoso, fluyen reminiscencias portentosas de siete años atrás las cuales estremecen mi bolsillo. Recuerdo la prima del dólar al RD$56 por US$1, ahora al RD$38, con la gasolina a un poquito más de RD$100/gal y en estos momentos a mas de RD$220/gal. Atesoro las memorias de la carne del pollo a RD$25/lb y hoy a RD$50/lb, por igual el precio de la unidad de huevo a RD$2 y sus RD$4 de ahora. Como se nota que ¡Sí, yo vivía aquí!

Hace siete años el precio de la canasta familiar fue el argumento de campaña de quienes nos desgobiernan hoy, con un hábil manejo en los medios de comunicaciones este país tuteló su lamentable regreso al poder.

¡Sí, sigo viviendo aquí! Ahora con un tipo de cambio menor y la macroeconomía estable, contradictoriamente estamos pagando los combustibles y la energía eléctrica más caros del mundo, los comestibles costosísimos, el desempleo con índices descomunales, el aparato productivo nacional desmantelado y el Estado infuncional, hipertrofiado e insolvente.

Con justeza podemos decir que ante del decrecimiento de la calidad de vida del dominicano, sí ha habido en estos siete años peledeistas un enorme crecimiento en delincuencia, en narcotráfico, y en corrupción.

El PLD sí se ha olvidado de sus gobernados. Los gobernados no hemos olvidado a nuestros gobernantes. Sabemos que nunca más han arreglado un camino vecinal porque los megaproyectos son sus objetivos. Claros estamos del abandono de los multiusos deportivos. Conscientes estamos de la suplantación de las viviendas para la clase media y baja por torres para funcionarios. Conocemos del remplazo de la producción agropecuaria nacional por importaciones. Sufrimos con la conversión de los hospitales en sepulturas de hombres y mujeres vivos.

De nuevo nos quieren mentir, no se lo permitiremos, ya los dominicanos sabemos que cualquiera de ellos es más de lo mismo.

Le pido a Dios fuerzas, salud y vida para que me permita vivir con los míos en este país por largos años, con un gobierno más humano, menos abusivo, más condescendiente, más protector de sus ciudadanos como lo hace un buen Papá.