Por Juan Cruz Triffolio

TRIFFOLIOExisten funcionarios que parecen sentir placer generando problemas innecesarios a su gobierno.

Son aquellos para quienes el denominado arte de la prudencia brilla por su ausencia.

Están empecinados en diseñar ambientes de problematización e tensión social con la aparente pretensión de especializarse en la procreación de gadejos.

Así se percibe cuando leemos, escuchamos o vemos sus frecuentes y destempladas declaraciones para los diversos medios audiovisuales del país.

Son una especie de termocéfalos gubernamentales para quienes los límites no parecen existir.

Proyectan no estar convencidos de que el gobernante de turno lleva en sus hombros suficientes y acuciantes problemas como para continuar agregando otros cuya razón de existencia podría evitarse.

Como ejemplo bastaría enunciar dos casos recientes.

En primer lugar, las declaraciones del incumbente del Ministerio de Interior y Policía en torno a la delincuencia, flagelo que de manera desacertada considera sólo existe en la percepción de la gente.

Nada, no hay necesidad de ser acucioso en tema como para llegar a la conclusión de que, además de irritar a la población, lo que se busca es encanar la quimérica misión de tapar el sol con un dedo.

Por otro lado, enunciemos el caso de la distinción del escritor peruano Mario Vargas Llosa, quien está previsto recibir el apetecible Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña 2016, según expuso a la opinión pública el Ministro de Cultura.

Hacemos referencia a un genuino distorsionador en la narrativa, frustrado político  suramericano, quien además de ser capaz de venderle el alma al Diablo para alanzar notoriedad, tuvo la osadía de calificar la República Dominicana como “el paria del Caribe”  por el sólo hecho de dictaminar, a través de una sentencia del Tribunal Constitucional,  la regularización de la extranjería y la defensa de la soberanía.

Es el mismo que, descaradamente, se ha prestado a distorsionar capítulos trascendentales de nuestra historia contemporánea sin importar herir la dignidad, el decoro y la valentía de algunos héroes nacionales, y miembros de nobles familias, a quienes constantemente estamos en el deber de reverenciar con el respeto y la emulación.

Observado lo anterior, vale preguntarnos si es necesario generar tanta irritación social con un proceder  tan cuestionable.

Qué se pretende con todo esto..?

Alterar la tranquilidad ciudadana motivando a una interminable y constante cadena protestas, en diferentes puntos de la geografía nacional, con su secuela de consecuencias dolorosas que nada aporta al auténtico proceso de crecimiento y desarrollo que aspiran los dominicanos.

Ya basta de tanta torpeza en el manejo de los asuntos de estado.

Alguien debe frenar este irresponsable y ridículo comportamiento asumido por figuras públicas llamadas a adoptar otro modelo de pensar y accionar.

Son estos y otros alquimistas gubernamentales en el laboratorio de las Diatribas, por respeto al gobernante y a la población que expresan representar, quienes deben hacer un alto en el camino y enfilar su proa hacia otro punto del horizonte político  y social.

Si así ocurriera, es innegable, sobrarían razones para una estruendosa ovación….

El autor es un Sociólogo y Comunicador Dominicano