Por Marino Ramírez Grullón
Ante todos los comportamientos irresponsables y contra la ley en que incurren una gran cantidad de dominicanos, podemos llegar casi a la conclusión de que somos una sociedad sin costumbres.
No es un accionar defendible a simple vista pero cuando un agente de Autoridad Metropolitana del Transporte dispara a la llanta de un vehículo para que se detenga es porque presumiblemente se siente frustrado ante la violación a una norma de tránsito que está a simple vista de todos.
En la avenida Ortega y Gasset con Fantino Falco está prohibido y bloqueado doblar de sur a sur, cuando se realiza este giro además de violarse una norma de tránsito se origina un taponamiento que perjudica a cientos de automovilistas.
Supongo que una actitud agresiva del conductor hacia el Amet a quien siquiera le abrió la ventanilla para asumir su violación, hizo que el agente encargado de imponer el orden reaccionara de manera violenta pinchando la llanta del vehículo.
Esos y otros comportamientos como son: lanzar basura desde automóviles en marcha, violar semáforos en rojo, ocupar el paso del peatón, ocupar las aceras y todo lo que conlleva a irrespetar a los demás, a la autoridad y la sociedad es lo que tiene mal calificada a esta sociedad.
Si a esto le añadimos que cada vez que una autoridad de tránsito intenta hacer cumplir la ley es sancionado por sus jefes, apresándolo o sometiéndolo a la justicia, llegamos a la conclusión de que el desorden se apodera cada día más de nuestro país.
La impresión de la falta de orden se hace sentir en cada violación que no es castigada.
La ley debe ser igual para todos incluyendo la autoridad que por cierto también hacen lo que les da la gana cuando de tránsito se habla, sin mencionar otras actividades importantes que merecen la atención del gobierno.
Ante tanto desorden y falta de control el concepto de la sociedad sin costumbres se apodera de la gente y como al parecer esas cosas sin importancia no están en la agenda gubernamental, seguirán ocurriendo como si no fuera nada.