“Un corazón, un rezo, creemos en un mismo Dios”. Es una de las canciones con las que el actual gobierno turco, Partido de Justicia y Desarrollo (AKP), anima a los más de 50 millones de ciudadanos con derecho a voto a revalidarle en las urnas este domingo en las elecciones generales de Turquía.
Durante la campaña electoral, cientos de furgonetas y autobuses con enormes altavoces en el techo recorrieron las calles de Estambul emitiendo a todo volumen cánticos y discursos políticos.
Y las plazas se convirtieron en centros neurálgicos de información, donde los distintos partidos han colocado mesas con folletos, carteles y más altavoces.
Ninguna canción desentona en un país secular como Turquía.
El Partido Republicano del Pueblo (CHP) se alza con el lema “Para todos, toma un respiro de aire fresco”, el Partido del Movimiento Nacionalista (MHP) se presenta con “Una sola voz” y el kurdo Partido para la Paz y la Democracia (BDP) reclama “En el mismo país, vive libre”.
País democrático y musulmán
De ser reelecto, el primer ministro Recep Tayyip Erdogan (AKP) gobernaría por tercera vez.
Y entre las miles de banderolas de colores políticos que casi eclipsan el cielo de Estambul, se entrevé el azul de la bandera Europea por algunos lugares.
Lo que distingue a Turquía de otras democracias europeas es que el 90% de su población es musulmana.
Esta combinación de estado secular, democrático, constitucional y de mayoría musulmana ha girado hacia Turquía todas las miradas de los árabes que, tras las revueltas en sus países, quieren forjar un nuevo modelo político y lo observan como referente.
“Pero tenemos que mejorar la democracia en Turquía, no confiamos en nuestros políticos, el desempleo juvenil es altísimo y las tasas de las Universidades, impagables”, declara Fidan Ataselim a BBC Mundo entre los sacos de dormir de la acampada que han realizado los indignados estambulíes en la plaza de Taksim.
Pero las quejas de los jóvenes no han sido el único sobresalto de la campaña.
“Tenemos que mejorar la democracia en Turquía, no confiamos en nuestros políticos, el desempleo juvenil es altísimo y las tasas de las Universidades, impagables”
Fidan Ataselim, joven turco
Diez dirigentes del MHP (extrema derecha, ultranacionalismo) han dimitido durante este último mes tras la difusión de videos de contenido sexual, y el grupo de hackers Anonymous ha atacado algunas páginas gubernamentales, en respuesta a la prohibición ejercida por el gobierno turco de acceder a más de 13.000 páginas en internet.
Cambio de Constitución
Incluso con los sobresaltos de la campaña, todos tendrán que cantar bien fuerte para intentar superar al AKP (islamista moderado), que podría alzarse de nuevo con el poder con cerca de un 46,5% de los votos, según los últimos datos del Instituto Konda.
Durante sus dos legislaturas anteriores, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, ha multiplicado el peso económico del país hasta crecer un 9% en 2010 con 510.486 millones de euros de PIB; datos que abanderan su discurso.
El líder de AKP aspira a alcanzar 367 parlamentarios que necesitaría cualquier partido para cambiar la Constitución sin convocar un referendo popular.
El cambio de Constitución es una oportunidad para acercar las bases de Turquía a los principios de la Unión Europea.
“Es cierto que hay que cambiarla, necesita mejoras en derechos humanos, pero debería ser bajo consenso. Yo votaré al CHP (laico, socialdemócrata), sólo porque AKP no tenga la mayoría”, declara una joven turca.
“Además el AKP ha insinuado que quiere cambiar el sistema parlamentario a uno presidencialista y estarían más tiempo en el poder”, agrega.
El cambio de Constitución es una oportunidad para acercar las bases de Turquía a los principios de la Unión Europea, grupo al cual, desde 2005 ha buscado adherirse sin éxito tras la negativa de algunos países miembros, y por no cumplir ciertos requisitos -fundamentalmente sobre derechos humanos- que exige la comunidad.
A menos de 24 horas para abrir las urnas, y bajo la lluvia, aún se mantenían las mesas informativas en las principales zonas de la ciudad. Todavía sonaban las canciones en las furgonetas y a los militantes no se les había cansado la voz.
Sólo queda saber qué consigna le gustará más a los turcos.