LA HABANA, Cuba.- El apoyo del Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) y el del propio Fidel Castro a las reformas deja a los opositores dentro de esa organización política en una posición muy precaria. Raúl Castro parece haber dado un paso decisivo para profundizar la transformación económica de Cuba.
Sin embargo, no hay grandes novedades respecto al rumbo que tomará el país -una economía mixta, planificada, descentralizada y pendiente de las tendencias del mercado- pero es probable que aumente la velocidad y la radicalidad del cambio.
A la par, las medidas sociales impopulares se desarrollarán con más lentitud de lo planeado, de forma gradual y en la medida en que el resto de las reformas avancen y creen condiciones para que se viva sin subvenciones.
A nivel político se establecen barreras para impedir que los dirigentes se perpetúen en el poder, se intenta reactivar al Partido Comunista, institucionalizar el Estado y aumentar el poder municipal. Sin embargo, no habrá espacio para los grupos opositores.
El espaldarazo de Fidel
Horas antes de que los delegados decidieran sobre las reformas, Fidel Castro publicó en todos los medios de prensa una reflexión donde afirmó que “la nueva generación está llamada a cambiar sin vacilación todo lo que debe ser rectificado y cambiado”.
“La nueva generación está llamada a cambiar sin vacilación todo lo que debe ser rectificado y cambiado”
Fidel Castro
Fue un fuerte espaldarazo pero no el único, posteriormente anunció que no aceptaría ser reelecto primer secretario del PCC, con lo que dejaba paso a Raúl Castro, quien asumió el cargo frente a toda Cuba y sentado junto al Comandante.
En el buró político, la dirección máxima del PCC, no hay sorpresas, se reduce de 24 a 15 miembros y queda compuesto por dirigentes históricos, jefes militares, cuadros jóvenes provenientes del aparato provincial del Partido y con Raúl Castro como primer secretario.
En el Comité Central sí se produjeron cambios importantes. De sus 115 miembros el 48% son mujeres, el 31% negros y mestizos, muchos jóvenes y militares. Estos cuadros son la cantera natural para llenar el espacio que dejarán los dirigentes históricos.
Siguen los cambios
Los cambios económicos se mantienen dentro del proyecto original de la reforma. Posiblemente tendrán un mayor impulso pero Raúl Castro continuará buscando el consenso, “nunca pondremos en riesgos el arma más poderosa, la unidad de la nación”, dijo a los delegados.
La reforma agraria avanzará con más decisión, “aún persisten miles y miles de hectáreas esperando por brazos dispuestos”, recordó y agregó que “las importaciones de alimentos benefician a proveedores extranjeros en vez de a los campesinos”.
Esta idea es clave porque en la actualidad los bajos precios que paga el Estado a los agricultores, la inexistencia de tiendas para que compren sus insumos y las trabas burocráticas en la distribución reducen la productividad y obligarán al gobierno a pagar este año casi US$ 2.000 millones en importación de alimentos.
Las reformas que más preocupaban a los cubanos de a pie eran la eliminación de la libreta de racionamiento y los despidos. Ambas continuarán pero su aplicación será gradual y en la medida que avancen otras que las compensen, como el trabajo por cuenta propia.
La compraventa de casas y automóviles va adelante pero debe pasar por el parlamento para regular el procedimiento. Fuentes gubernamentales aseguraron a BBC Mundo que las transacciones con viviendas serán limitadas para evitar la especulación inmobiliaria.
Cambiar la mentalidad de los militantes
Raúl Castro no dejó dudas sobre su ideología: “asumo mi última tarea con la firme convicción y compromiso de honor de que el primer secretario tiene como sentido de su vida defender, preservar y desarrollar el socialismo y no permitir jamás el regreso del régimen capitalista”.
Sin embargo, aclaró que se trata de “desarrollar el socialismo en las actuales circunstancias”. Apenas habló del bloqueo estadounidense y de la crisis mundial pero les aseguró a los delegados que “el principal enemigo serán nuestras propias deficiencias”.
“Lo primero a cambiar dentro del PCC es la mentalidad, es lo que más nos va a costar porque ha estado atada durante años a criterios obsoletos”, dijo Castro, ratificó que la dirección debía rejuvenecerse y puso el ejemplo de Fidel, quien pidió convertirse en militante de base.
“El principal enemigo serán nuestras propias deficiencias”
Raúl Castro
En el buró político se mantienen los líderes históricos, lo cual se debe -según Castro- a errores en la política de formación de cuadros jóvenes. También se destaca el número de militares, lo que el Presidente defendió argumentando que las Fuerzas Armadas son una garantía para la defensa del pueblo, el Partido, la revolución y el socialismo.
Todo el aval
Como era de esperar no habrá grandes cambios en el terreno político, la transformación será fundamentalmente económica, al estilo de la “renovación” vietnamita, pero se avanzará a una velocidad que les permita mantener la unidad política y la paz social.
La renuncia de Fidel Castro a todos sus cargos abre el camino para que otros dirigentes ancianos lo imiten antes de la Conferencia de enero del 2012. Una forma “delicada” de iniciar el traspaso gradual del poder a una generación más joven.
La mayor parte de la población apoya la necesidad de cambios económicos, el Congreso ratificó el respaldo de los comunistas y Fidel Castro dio su visto bueno. Ya el proceso de reformas tiene todo el aval político que podría tener.