Roberto Valenzuela
La cancelación de la “sargenta” Perla Mariel Cordero me recuerda que en el gobierno de Hipólito Mejía se debatió una reforma policial en el Congreso, donde se denunciaban discriminaciones contra las mujeres en la “PN”.
Los encuentros de las comisiones entre los peritos y los legisladores se hacían en privado, pero se “colaban” datos sobre lo que deben enfrentar las mujeres, si estas no son hijas de un general o alguien de poder.
Se quejaban que se tenían que acostarse con sus jefes para poder “conseguir” los rangos; que viven en acoso constante de compañeros y “los superiores”, sobre todo, cuando se trata de chicas elegantes. Y que cuando no aceptan “propuestas indecentes” les asignan los peores horarios y servicios.
“En la Policía las mujeres no tenemos ni baños”, decía la exgenerala Daysi Liriano, una las delegadas de la PN. Recuerdo, y así lo tengo consignado en una crónica periodística, que los machistas congresistas se burlaban por que pedían igualdad de género en los nombres de los rangos. Agente: “agenta”, raso: “rasa”, cabo: “caba”, sargento: “sargenta”, teniente: “tenienta”. Era una forma de llamar la atención sobre la discriminación que se daba y se sigue dando con las mujeres en la Policía.
Ahora, con la cancelación de una “sargenta” quedan al desnudo las violaciones a los Derechos Humanos de los agentes y “agentas”, que no tienen un sindicato que los defienda. Preocupada por el elevado número de policías asesinados por bandidos, Perla Mariel pidió protección para sus compañeros.
El nuevo jefe policial Ney Aldrin Bautista debe anular su cancelación. Y como buen policía de carrera, que elimine la costumbre que para una mujer ascender de rango se tenga que acostar con “los superiores”.