Por Manuel Hernández Villeta

 

manuel hernandez villeta (1)La frialdad de un análisis  objetivo se pierde cuando se cae en el populismo, el nacionalismo desmedido y en seguir el curso de la corriente. La situación planteada  con la negativa de Haití a comprar pollos y huevos dominicanos es una desavenencia económica, pero no una crisis ni un atentado a la soberanía nacional.
Las relaciones entre Haití y la República Dominicana en materia comercial y hasta de migración, no están definidas. La mayor parte de la actividad de venta de comestibles se realiza como mercado informal, y ni siquiera los vendedores dominicanos confiesan las ganancias que obtienen. Son los mismos comerciantes e industriales que pregonan que en la globalización, las operaciones no tienen que ser reguladas por los gobiernos, sino por los golpes de mercado.
Si ese mercado es informal, de más sombras que de luces, de ventas que no son contabilizadas para  no hacerle frente a la transferencia de los dólares o euros obtenidos, y de impuestos que se evaporan con el calor de la zona fronteriza, entonces no es un problema de soberanía nacional.
De Estado a Estado no hay ningun acuerdo comercial para la venta de productos alimenticios, ni siquiera para los pollos y huevos. Los comerciantes mayoristas que hacen estas ventas aplican el principio de la oferta y la demanda, de la globalización económica.
Si estos comerciantes han hecho cuantiosas fortunas vendiendo directamente a Haití y nunca se han interesado en que el Estado regule la actividad, cuando hay crisis no pueden tratar de que esto se solucione como un problema de seguridad nacional.
Haití tiene todo el derecho de comprar o rechazar  los pollos y los huevos dominicanos. Los mercados internacionales, aplicados en los tratados firmados a instancia de los Estados Unidos, carecen de reglas fijas de obligatoriedad y todos compran donde les venga en gana.
Los comerciantes e industriales dominicanos si deben establecer mecanismos para que sea a traves del Estado, como ente regulador, que se establezcan las reglas de comercialización con Haití. Pollos y huevos,  es un ejercicio comercial, que no pone en juego la integridad nacional.
En el plano local, son estos mismos comerciantes de pollos, huevos y otros renglones, que especulan y suben los precios de los productos a niveles insoportables, a pesar de recibir toda la ayuda y asistencia del gobierno, para que se proteja al consumidor.
Pasa lo mismo con las leyes de migración, que los principales violadores son los constructores de proyectos habitacionales, de grandes obras, de la agro-industria, que traen a los haitianos para pagarles menos que a los obreros dominicanos. Son violadores de las leyes, y quieren protección especial.
Los comerciantes nacionales tienen derecho a buscar nuevos mercados que no sea el haitiano, o hacer la protesta que les venga en gana, pero eso si, debe quedar claro que este es un problema de venta y compra de mercancías, y que no está en juego la soberanía nacional.