Por Juan Tomás Taveras

Juan Tomas TaverasEL AUTOR es mayor general retirado de Policía y periodista. Reside en Santo Domingo.

Los orígenes de las fiestas de Navidad son esencialmente paganos, aunque en nuestro país lo es religioso-cultural. La Navidad es uno de los eventos más importantes y extraordinarios celebrados por el ser humano. Esta festividad recuerda el grandioso nacimiento del más grande: Niño Jesús, el Mesías, símbolo y fundador de la congregación religiosa más trascendental que ha existido en todos los tiempos: El cristianismo.

 

El festejo más antiguo de la Navidad data del siglo IV. A medida que fueron pasando los años, a la Navidad se fueron agregando nuevas costumbres, entre las más importantes están los banquetes de suculentos manjares la noche del 24 de diciembre. Además se agregaron los villancicos que consisten en cantos populares dedicados al niño Jesús, quien es el centro de la Navidad y la inspiración de la integración familiar.

 

El 25 de diciembre, fecha del nacimiento de Jesucristo, se escogió al azar, ya que no se tiene una fecha exacta que se haya podido comprobar para su nacimiento. Hemos acogido transculturación como: papá Noel, San Nicolás o Santa Claus, el árbol de la Navidad, la misa del gallo, los reyes magos, las coronas, las flores de pascua, las cuales también vienen con las decoraciones para la ocasión, con adornos típicos y la simbolización del nacimiento o pesebre, llevado a cabo por San Francisco de Asís.

 

Los dominicanos, especialmente, caracterizan la Navidad por: encuentros cristianos en las iglesias, compartir con una familia pobre, lechón, pavo, fuegos artificiales, fiestas, borracheras, vestidos elegantes, regalos, canastas, decoraciones, luces, reencuentro de las familias incluyendo el regreso y visitas de los dominicanos que residen en el extranjero.

 

Paralelamente a las fiestas de Navidad, los paganos celebran de manera desordenada y sin ningún sentido religioso, pero insertado en la misma festividad navideña de una forma libertina y un poco corrupta, con excesos de todo tipo en bebidas, promiscuidad, alimentos, bailes, borracheras, escándalos, extravagancias, vanidad y fantasía.

 

Debemos destacar que es la época en la que más promoción se le hace al consumismo, provocando un despilfarro de regalos, propiedades y alimentos, olvidando a aquellos que tanto lo necesitan y mueren de hambre cada día en todo el mundo.

 

En la actualidad, la Navidad también es acogida como reflexión, para pasar balance y despedida del año que termina. Muchos hacemos catarsis a nuestras vidas del año transcurrido.

 

Es tiempo de que evaluemos resultados y reclamemos responsabilidades frente a las demandas ciudadanas pendientes desde el nacimiento mismo de la república en 1844; es tiempo de despertar frente a la ausencia de servicios públicos de calidad, a la corrupción y a la impunidad; es tiempo de que paguen los culpables del robo o el mal uso del erario y por la ineficiencia o falta de resultado de la labor pública; además, es tiempo de despertar la conciencia para que cada ciudadano asuma participación activa en los asuntos públicos principalmente en vigilar y defender el buen uso de los recursos públicos.

 

Sin lugar a dudas que si trabajamos juntos por un uso transparente y ético de los recursos públicos cada año habrá más dominicanos felices en Navidad. Felicidad, salud y bienestar general a todos, con la bendición de Dios y el Señor Jesucristo.

Dios les bendiga hoy y siempre.