Por Pablo Vicente

Hace algunos días el periódico El País de España público un interesante artículo de la autoría del escritor y columnista venezolano Moisés Naim quien se ha convertido en un escritor de fama internacional a raíz de su libro “El Fin del Poder”, lo que llevó a Mark Zuckerberg a seleccionarlo como el primer libro para su club de lectura en Facebook.

En el artículo publicado bajo el titulo ¿A qué clase media pertenece usted? Moisés Naim hace un importante análisis que merece la pena destacar, según un estudio que fue publicado por Homi Kharas, citado por Naim, indica que hoy 3,200 millones de personas forman parte de la clase media en el mundo, es decir el 42% de la población total.

La definición simple de clase media es la de una población que ocupa el lugar intermedio entre las condiciones de pobreza y riqueza, aunque claro está, existen diferentes posiciones y algunos autores plantean la existencia de la clase media baja y clase media alta, dando la connotación de diferentes niveles, lo importante para el análisis es que esa clase media es aquella con cierto nivel de prosperidad económica y de consumo, la posesión de un vehículo, propiedad de una vivienda que les proporcione la suficiente protección y comodidad y cierto reconocimiento profesional y sobre todo estabilidad laboral.

Según el estudio en cuestión la clase media aumenta 160 millones de personas al año y de seguir a este ritmo, en pocos años, la mayoría de la humanidad vivirá, por primera vez en la historia, en hogares de esta categoría.

Sin embargo el impacto económico y social  de todo esto es enorme. Advierte el estudio que el consumo de la clase media en países de menores ingresos crece el 4% anual y ya equivale a un tercio del total de la economía global.

Es evidente que este cambio que está experimentando la clase media tiene importantes consecuencias tanto en lo político, económico, así como en lo social, lo que pone en jaque aquellos gobiernos que no han entendido la importancia de esos fenómenos en una sociedad cada día más conectada, donde el acceso a la información y la comunicación lo pueden tener cualquier ciudadano con tan solo un Click.

Para la República Dominicana esto tiene una connotación muy especial, según publicación del periódico Diario Libre de fecha 18 de septiembre del 2015 señala que “Entre septiembre del 2012 y marzo de 2015, la clase media de la República Dominicana creció de un 20.7 a un 28.9 por ciento, es decir casi nueve puntos porcentuales.

Para nadie es un secreto que en las principales luchas que en los últimos años ha librado el pueblo dominicano, la clase media ha jugado un papel estelar en el logro de sus objetivos por lo que han tenido la capacidad y la posibilidad de imponer su agenda ante los poderes facticos.

Ante esta situación sería bueno preguntarse ¿a que se debe el rol protagónico de la clase media que los motiva a participar y a gestionar el establecimiento de políticas inclusivas y el uso eficiente y transparente de los recursos del estado?

Ante esta cuestionante Moisés Naim nos da algunas pistas y nos dice: En los países de menores ingresos, en los cuales la clase media crece a gran velocidad, también crecen rápidamente las expectativas y las exigencias. Estos nuevos protagonistas sociales más tecnológicamente conectados, con más poder adquisitivo, más educación, más información y más conciencia de sus derechos son una fuente de inmensas presiones sobre gobiernos que no tienen la capacidad de satisfacer esas expectativas.

Y nos advierte además que: La clase media de los países ricos se siente amenazada y va a exigir a sus gobiernos acciones y resultados que mantengan sus estándares de vida históricos. Al mismo tiempo, la clase media de los países emergentes está más esperanzada que nunca y luchará para que su progreso continúe.

Es por eso que no es casual que en República Dominicana y desde luego muchos países de Latinoamérica están interviniendo actores de la clase media que históricamente se han mantenido al margen de la lucha social, porque en definitiva de lo que se trata es de mantener un statu quo o en su defecto lograr mayores reivindicaciones.

Ante este panorama el desafío de los Estados es adoptar medida que contribuya con la transparencia y sobre todo la creación de capacidades de las personas más vulnerables y que esa brecha de clase social cada día sea menor, hasta construir una sociedad de más iguales, donde las personas estén en el centro de las políticas públicas.