juan ttPor JUAN TOMAS TAVERAS

EL AUTOR es mayor general retirado de
Policía y periodista. Reside en Santo Domingo

El estudio y la reflexión sobre los mercados criminales o economía del crimen merecen especial atención, pues éstas son áreas de la economía que inciden grandemente en los mercados mundiales, tal como lo importantizan los diferentes foros internacionales. Para combatir este mal, que contamina los negocios, las finanzas y la economía en general de cualquier nación, se necesita invertir lo necesario y no ver como un gasto los recursos dedicados a la prevención y control del crimen organizado.

De acuerdo con más de dos mil magistrados europeos reunidos 1996 en Ginebra, “Las organizaciones criminales se adaptan fácilmente a la mundialización financiera y a la libre circulación de bienes y personas. Pueden trasvasar sin dificultad sus actividades ilícitas a otras redes totalmente legales e invertir en los mercados financieros, disponiendo para estos menesteres de importantes e incalculables capitales”.

Estos magistrados, entre los que participaron Baltasar Garzón y Carlos Jiménez Villarejo, conceptualizaron la economía criminal como una nebulosa de individuos, de sociedades comerciales, a veces de asociaciones privadas, con estatutos muy diversos, algunas veces clandestinas, que presentan una cara impecablemente honesta. También puede ser un circuito económico criminal al cual cada vez más se integran a grupos de empresas, e incluso, a una rama de actividades que funcionan gracias a una división del trabajo que se integran a la economía legal.

Entre los involucrados que forman parte de las organizaciones están: los servicios de seguridad, ingenieros, técnicos, agentes comerciales, banqueros, economistas, políticos, empresarios, policías, militares, jueces, fiscales, religiosos, asesores jurídicos, transportistas, contables, entre otros.

Según Roberto Orihuela, economista de POPULI (Políticas Públicas para la Libertad), el cual es un centro de estudios boliviano dedicado al análisis y propuesta de políticas públicas para Bolivia, destaca lo siguiente sobre este tema:

“La teoría de la economía del crimen sugiere que los delincuentes, al igual que cualquier persona, responden a los incentivos. Y, por lo tanto, los criminales evalúan entre los beneficios y costos esperados del acto delincuencial para tomar una decisión. Es decir, el delincuente, al momento de tomar una decisión, considera los pro y contra del acto delincuencial, y aquel resultado que le brinde mayor satisfacción y al menor costo, debería tender a ser la opción elegida. Concretamente, en el caso del crimen, los beneficios esperados del mismo pueden ser: El conjunto de las satisfacciones individuales tangibles (en el caso de robos, los bienes extraídos, por ejemplo) y/o las satisfacciones no tangibles (en los casos llamados delitos pasionales); y los costos esperados podrían ser: Los gastos directos (armas, herramientas, máscaras, etc.), los costos de oportunidad del tiempo del criminal (estudiar, trabajar, etc.) y los costos esperados del castigo penal (años de cárcel, severidad del castigo, etc.).”

Igualmente expresa Orihuela: “Bajo este análisis, también se puede enmarcar el tema del empleo y la facilidad de encontrar una fuente de trabajo. Por ejemplo, cuando existen facilidades para poder encontrar algún trabajo lícito y dedicarse a esta labor, el costo de oportunidad de delinquir tiende a ser mayor lo cual desincentivaría el comportamiento delincuencial. En circunstancias contrarias algunas personas al no poder encontrar un trabajo es posible que se sienten motivadas a asumir comportamientos al margen de la ley para poder sobrevivir. Entonces, el tema del empleo y fuente de producción también puede ayudar a contribuir en la lucha contra el crimen.”

Gary Becker, Premio Nóbel de Economía en 1992, da nacimiento al estudio de esta novedosa y lucrativa rama de la economía, desarrollando un estudio sistemático y científico sobre los mercados criminales o economía del crimen. Dichas investigaciones fueron originadas debido a una situación personal experimentada al llegar tarde a la universidad donde lo esperaban sus estudiantes para un examen. En este momento se presentó a sí mismo la disyuntiva de estacionarse ilegalmente frente a la entrada de la universidad o estacionarse en el parqueo y caminar hacia la entrada, por lo que consideró el costo de la multa contra el ¨costo¨ de llegar más tarde al examen. Esta situación la aplicó al análisis económico de otros crímenes como son la corrupción, el tráfico de drogas y la prostitución.

En los años transcurridos del siglo XXI, la República Dominicana está siendo afectada por un sinnúmero de sucesos que revelan la alta incidencia del crimen organizado y al mismo tiempo la debilidad en solucionar este cáncer social, lo que llama a ponernos en alerta en especial al sistema de justicia y al sistema de seguridad pública, los cuales presentan grandes debilidades en relación a gestionar la profundización en estudio y aplicación de la criminología que muestren el origen, causas y consecuencias; así como las estrategias, los métodos y las plataformas de prevención y controles.

Los criminales razonan y evalúan las probabilidades de éxito versus el riesgo de ser apresados, condenados o muertos. Cuando las autoridades o el sistema de justicia permiten triquiñuelas legales que facilitan la impunidad, el crimen se incrementa, especialmente el crimen organizado, que cuenta con recursos ilimitados. Además, los criminales son personas de mucho razonamiento, calculadores y con gran capacidad de planificación. Es por ello que los Estados no deben escatimar esfuerzos ni gastos o inversión, cuando se trata de capacitar, mejorar los incentivos y salarios de jueces, fiscales y policías; haciéndolos atractivos dentro del mercado laboral; así también, adecuar o mejorar el soporte tecnológico para poder prevenir, controlar y perseguir el crimen organizado.

Los mercados criminales buscan o propician ambientes de impunidad para poder desenvolverse en conexiones por debajo o en secreto y siempre buscarán obtener beneficios en contraposición al estado de derecho; debilitando así el orden social y muchas veces incidiendo, como pasa en estos momentos en República Dominicana, en un crecimiento de antivalores y en degradación de principios éticos y morales.

No es que el mercado o economía criminal no tengan reglas, sí las tienen, pero estas reglas van en contraposición del estado derecho de cada sociedad.

La mayoría de las industrias más lucrativas en el mundo están fuera de la ley. Para nosotros, la corrupción financiera-banca-política-empresarial, la evasión de impuesto y el lavado de activos. Particularmente en República Dominicana le adicionaríamos los contratos leoninos del gobierno con particulares y el contrabando de combustible, que superan por mucho los beneficios de las drogas.

De acuerdo a estudios y publicaciones del popular blog estadounidense Business Pundit, afirman que las industrias que más dinero mueven en el mundo en su mayoría consiguen sus ingresos de forma ilícita. ¿Cuáles son los sectores que más beneficios generan a nivel global? 1. Drogas, 2. Prostitución, 3. Armamento, 4. Petróleo, 5. Banca, 6. Pornografía, 7. Alcohol, 8. Farmacéuticas, 9. Deportes, 10. Apuestas, 11. Entretenimiento, 12. Tráfico de personas, 13. Falsificaciones, 14. La Agricultura.

El crimen organizado en República Dominicana está en crecimiento, cifras de más de seis mil millones de dólares, fruto solo del lavado de activos, se ocultan cada año en nuestra economía, por tal motivo es importante implementar políticas públicas y medidas que permitan dar señales coherentes, sistemáticas y efectivas en contra de dicho cáncer social.

Debemos destacar que cuando una sociedad y sus principales renglones económicos son afectados por el crimen organizado pueden acelerar el caos o desencadenar una violencia que supere a la seguridad pública, hasta convertirse en un asunto de seguridad nacional, poniendo en peligro al propio Estado como ha sucedido en otros países, entre ellos están los casos de Haití, Honduras, Colombia, Jamaica y México.