Como líder del PLD Leonel Fernández está obligado a apoyar su candidato, pero como presidente de la nación debería guardar respeto a la formalidad democrática
El presidente Leonel Fernández no dejó dudas esta semana de que respaldará el candidato presidencial que escoja su Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en la elección primaria del próximo domingo, aunque sea Danilo Medina, lo que reafirma la unidad y la fortaleza institucional de esa organización.
Pero al mismo tiempo adelantó que asumirá un protagonismo que podría reducir el margen de diferenciación del candidato y traspasarle todo el desgaste de su gobierno cuando como presidente de la nación debería asumir un firme respeto a la formalidad y equidad democrática.
Panorama despejado
A una semana de la elección del candidato presidencial del partido de gobierno el panorama luce despejado de los nubarrones y turbulencias que lo sacudieron en un largo proceso interno que fue seriamente afectado por los intentos de imponer la repostulación del presidente Fernández.
El mandatario y líder del PLD no dejó dudas al proclamar el miércoles 16 que tan pronto se produzca la elección de su candidato se lanzará a las calles a promoverlo, anunciando la constitución de “un frente contra el retroceso” junto a los actuales aliados de su partido.
Fue significativo que sus propósitos fueron enunciados en una asamblea nacional que reunió a millares de dirigentes nacionales, provinciales, municipales y de base provenientes de todo el país con el objetivo de promover la participación en la votación primaria del domingo 26. Habló de un partido unificado y compacto y tomó impulso y entusiasmo para prometer que “se verá al león recorriendo las calles por todo el territorio nacional, ondeando la bandera morada y entonando nuevos cantos de victorias”.
El discurso pareció una contundente respuesta a los que dentro y fuera de su partido han venido poniendo en duda que el líder peledeísta fuera a respaldar la ya virtual candidatura presidencial de Danilo Medina. La hipótesis fue promovida incluso por algunos de los más entusiastas promotores de la frustrada repostulación del mandatario, por oposición a Medina que siempre apareció como alternativa real para la candidatura presidencial del PLD para los comicios del próximo año.
Hasta en el PRD no han faltado quienes se frotaran las manos asumiendo que el presidente Fernández pudiera preferir un triunfo de la oposición para no correr el riesgo de una fuerte competencia por el liderazgo de su partido.
Esa presunción parte de la errática consideración de que auspiciando que su partido salga del poder, con todo lo que eso implica en el país, el presidente va a preservar su liderazgo, como si él tuviera soberanía eterna sobre los intereses de los miles que disfrutan de las mieles del poder. Por demás, nadie garantizaría más la seguridad y la preservación del liderazgo del doctor Fernández que un presidente de su propio partido, sobre todo cuando tampoco podría reelegirse.
Riesgos de un protagonismo
Si bien el discurso presidencial del miércoles produjo algarabía y satisfacción en un partido con tanto sentimiento de cuerpo como el PLD, una mirada más profunda podría generar algunas incertidumbres, la primera de las cuales es que el líder quiera mantener un protagonismo tan fuerte que eclipse o entre en competencia con el candidato presidencial.
Ya en la campaña electoral del 2010 el doctor Fernández recorrió el país en caravanas, pueblo por pueblo y barrio por barrio, como si hubiese sido candidato y se impuso la meta de ganar en todas las provincias, y sólo le faltó una, aunque su partido siguió reduciendo su votación, que cayó del 49 por ciento en el 2004, al 46 en el 2006, el 45 en el 2008 y sólo 41 por ciento en el 2010.
La mayor consecuencia de una irrupción de Fernández en la campaña es que reduciría el margen de diferenciación que debe mantener el candidato para eludir el desgaste de dos períodos consecutivos de gobierno, que han elevado su desaprobación a tasas de 59 y 61 por ciento según las recientes encuestas Gallup-HOY y Penn, Schoen y Berland.
Lo peor que puede ocurrir a Danilo Medina es que después de varios años luciendo como alternativa y renovación del PLD herede todo el peso muerto y el descrédito del gobierno, más aún cuando junto al presidente Fernández aparecerán como co-protagonistas las figuras más desacreditadas de su gobierno, que fueron las que más hostilizaron a Medina y que ahora lógicamente querrán ocupar lugares destacados en los escenarios de campaña.
El mejor apoyo que puede dar el presidente a la campaña de su partido es dejar que el candidato ocupe todo el espacio como protagonista central, que pueda escoger su equipo y acompañantes fundamentales y que tengan posibilidad de crear nuevas ilusiones en un electorado que empieza a dar demostraciones de deseos de cambios políticos y económicos.
El equilibrio democrático
Si el presidente vuelve a lanzarse en campaña con todo el gobierno detrás, puede inclinar votos de los sectores populares, beneficiarios de los subsidios a través de tarjetas electrónicas, pero también generar mayor rechazo en las clases medias que están sufriendo las consecuencias de la crisis económica y que serán las que pagarán el mayor costo de los nuevos tributos que se busca imponer.
El “rugido del león” en las calles sin ser candidato presidencial ensombrecerá el carácter democrático del proceso electoral y acentuaría el rechazo de los sectores que vienen expresando preocupaciones por la institucionalidad nacional, que si bien no son muy significativos en términos cuantitativos, sí por su influencia en la opinión pública y en segmentos importantes de los sectores populares.
Una nueva grosería con los recursos estatales en campaña electoral en medio de una crítica situación económica no ayudaría mucho al candidato oficialista y abriría mejores perspectivas a Hipólito Mejía de ser aceptado en segmentos poblacionales donde mantiene rechazo, apuntalando una candidatura que las encuestas colocan en buena posición.
En ese escenario crecerían las posibilidades de un frente amplio de oposición que reuniría hasta a grupos independientes y distantes del perredeísmo, especialmente en una muy probable segunda ronda de votación, bajo la consigna de rechazar la imposición y el continuismo.
Aún en una democracia de mediana intensidad se puede entender que el presidente de la nación apoye a su partido y participe en algunas de sus manifestaciones de campaña electoral, pero no que él mismo y los altos funcionarios se lancen a una larga campaña electoral, implicando recursos del Estado. La mejor forma en que los funcionarios del gobierno pueden y deben apoyar su candidato es concentrándose en
el buen gobierno, demostrando disposición a la austeridad y la rectificación, sobre todo en un período de estrecheces económicas.
La gran tentación
El PLD llega a esta campaña colocado en una segunda posición en las preferencias electorales después de las cuatro últimas elecciones, lo que conlleva la tentación de apelar a los recursos del poder para tratar de neutralizar el desgaste. Pero esta será la primera vez que afronta una elección general con un grave déficit fiscal.
También llega a una campaña electoral con un acentuado temor de los sectores productivos de que un nuevo abuso de los recursos públicos, pueda aumentar los desequilibrios fiscales como ocurrió relevantemente en los comicios del 2008 y el 2010. Eso explica que el Consejo Nacional de la Empresa Privada propusiera esta semana que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que rige hasta marzo próximo, se extienda hasta finales del 2012.
Aunque en su discurso del miércoles el doctor Fernández manifestó optimismo sobre el futuro de la economía, la realidad está demostrando que no tenía razón cuando insistía en el supuesto blindaje de la economía nacional. Se ha visto obligado a proponer nuevos tributos económicos al comenzar la campaña electoral para aplazar una desestabilización económica y con ello la pérdida del principal atributo de sus dos periodos consecutivos de gobierno.
El gobierno terminará consiguiendo salvar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que le da acceso a financiamiento fundamental para el presupuesto de este año, pero las repercusiones objetivas y subjetivas de los nuevos impuestos apuntan contra la candidatura oficial, que sólo saldría adelante ofertándose como una nueva opción. Le será muy difícil salvarse si se le percibe como más de lo mismo.-