Y un tierno saludo borró el tiempo, sellando un reencuentro de vida jamás imaginado en los años 80 cuando las dos populares artistas se peleaban por el público y los escenarios.
La escena en el centro médico del doctor Vargas tenía sólo un puñado de público, entre amigos de antaño como los periodistas Zoila Puello y Joseph Cáceres. Como testigos, reporteros de LISTÍN DIARIO iluminando de “flashes” la oscura habitación.
Las enfermeras atentas a su paciente en cama. Y ellas, la sana y la enferma (la visitante y la interna), no paraban de hablar de los buenos tiempos en que se ahora lucen aquellos años de tempestades en sus relaciones.
Una parte del encuentro se la pasaron hablando sin parar, al mismo tiempo casi siempre, traicionadas por las emociones.
El azúcar de Vickiana bajó a un estado manejable. Su médico, Rafael Vásquez, andaba más tranquilo ayer en su consultorio. Quizás hoy le den de alta ya. Las visitas seguían restringidas. Lógico, Olga Lara tenía luz verde para pasar.
Otro compromiso a la misma hora le impidió un rato más largo en la clínica, pero los minutos que permaneció con “la maidita” fueron de bendición. Ambas se regocijaron espiritualmente de verse y de contar historias, dejando atrás el cantar victoria en competencias inútiles agitadas por el egocentrismo artístico.
“No te vayas manita por ahora, que vamos a llegar a noventa y pico y cuidado que a cien años vamos a llegar”, le dijo “la visitante” a “la paciente”. “¿Es verdad?, hay que linda, Dios la bendiga”, le respondió desde la cama.
CONVERSACIÓN ENTRE LAS CANTANTES
Olga Lara le dijo a Vickiana que tenía que cuidarse. “Yo también porque a mí me dan mis pataletas”, añadió la azuana.
– Ay, a ella le hace falta su público… y yo se lo dije a tu hijo, Olga: -dile a tu mami, y ahí está mi esposo que no me deja mentir, que donde quiera que yo voy pido un aplauso para ti. Mira, la gente te quiere.
Olga tomó la palabra para explicar sus razones por las que se ausentó del medio para darle prioridad a su matrimonio. Vicky la interrumpió con una sonrisa: “Ella está bonita, ta linda tú”.
“Gracias”, se le escuchó a Olga, quien siguió hablando y recordando que su colega sabe mucho de moda y cocina (“mi arte culinario”, como añadió Vicky con toda su coquetería gestual desde la cama). Y le insistía a Olga Lara que estaba muy linda… – Qué va! Vickiana… A seguidas, uy, a la azuana se le zafó su edad: a mis 58 años… Oh, oh, oh… Vickiana tenía razón: ¡qué bien se ve! También “la maidita” anda por ahí en edad… ¡Salud!