Por Marino Ramírez Grullón
Como van las cosas será poca la gente que saldrá a las calles debido a la inseguridad que nos afecta a todos.
Cuando escucho algún funcionario importante decir que la delincuencia en nuestras calles es sólo percepción me quedo pensando donde vivirá esta persona.
Incluso hasta hacen daño a la gestión gubernamental a la que sirven cuando ven que el Presidente Danilo Medina se esfuerza por poner en orden a la delincuencia.
El problema de las ejecutorias presidenciales en el orden de seguridad es que se realiza por operativos, nada permanente para que la delincuencia común le coja miedo a la represión y a la ley.
Cuando hablo de represión me refiero a la situación de orden que debe mantener la Policía Nacional contra los rateros callejeros quienes se saben más el Código Procesal Penal que cualquier Juez, Ministerio Público o Abogado penalista.
La Policía tiene que estar protegida cuando reprime la delincuencia común, si valoramos el trabajo de la llamada institución del orden en ese sentido, los vemos tímidos debido quizás al temor de ser cancelados o apresados por haber tomado a acción contra el crimen.
Lo primero de deben hacer los funcionarios del gobierno encargados del orden es admitir de manera responsable es que la delincuencia no tiene piedad de nadie y que arropa el territorio nacional.
Negando la situación de inseguridad nacional no van a llegar a nada, tienen que ayudar con propuestas comunes, poner a trabajar a sus instituciones llevándole ideas al Presidente Medina.
No deben olvidar estos funcionarios que ellos alguna vez dejarán el poder y que vehículos modernos y guardaespaldas desaparecerán en su momento por lo que tienen que pisar en la tierra.
En el caso de ejecutar políticas integrales que garanticen la vida y viene de los ciudadanos, es necesario que se le ponga más atención al origen de la delincuencia.
No podemos esperar que suceda lo de Pedernales, la población no puede generar de manera individual las responsabilidades del gobierno.
Aun cuando la Policía trata de ocultar datos con su nuevo estilo informativo, lo cierto es que una gran parte de lo que sucede a diario con muertes y asaltos de personas publicados en medios de comunicación es suficiente para generar alarma gubernamental y mantener de manera permanente y firme un programa de lucha contra el crimen callejero.
Los asaltos y muertes innecesarias de jóvenes estudiantes, personas decentes y comerciantes trabajadores, así como de miembros de la Policía y de las Fuerzas Armadas deben terminar.