VIÑA DEL MAR.- Sólo en las más encendidas noches de reggaetón, ésas que germinaron en las primeras visitas de Daddy Yankee, Don Omar y Wisin & Yandel, se ha visto en los últimos años un efecto como el que Aventura produjo anoche en el Festival de Viña.
La mezcla es similar: Ritmo, baile, éxitos pegadizos, hormonas y sexo. Pero la cuna es distinta, y en el caso de los norteamericanos ésta no se encuentra en el perreo, sino en la liviana sensualidad de la bachata.
Claro que si a principios de los ’90 Juan Luis Guerra la trajera a este escenario para hablar de burbujas de amor, en el grupo que lidera Anthony “Romeo” Santos ésas metáforas no serían más que un acartonado conservadurismo.
Porque en el show de Aventura el sexo es el principio y el fin, en una que otra letra, pero sobre todo en el montaje aparte que levanta Romeo, un hombre que de vocación solista tiene todo lo que le falta de caudal vocal.
Tanta interacción con mujeres en particular del público, e infinitos comentarios sobre sus supuestas habilidades de alcoba, pueden resultar risibles y llamativos en algún minuto, pero en su recurrencia terminan por ensuciar un repertorio que de todas maneras se defiende: Mal que mal, fueron estas canciones las que los transformaron en un éxito arollador en Norteamérica y Europa.
De ellas, “Por un segundo”, “Los infieles”, “El perdedor, “Tu jueguito” y “Todavía me amas” fueron las más coreadas por un público mayoritariamente femenino. Todas ellas, además, son ilustrativas de la fórmula de Aventura: Simplemente una vuelta y otra al estilo de origen dominicano, y que en el escenario se estructura en buena medida alrededor de la guitarra de Lenny Santos, un hombre de evidente habilidad, y cuyo incesante punteo sirve como telón de fondo a cada tema.
Dosis de reggaetón con “Noche de sexo”, a las que se añadió aun más interactividad en la interpretación de “Ella y yo” con un fanático del público, dieron nuevos condimentos a la desbordada