Por Marino Ramírez Grullón
En medio de la lucha por convencer a la opinión pública de quién tiene la razón o no en torno a la construcción de plantas a carbón para conjurar el histórico déficit eléctrico y el gran negocio que ha significado el mal de los apagones, una gran parte de la población dominicana observa atenta lo que pasa en el país.
Porque el problema no es sólo convencer de que el alto precio de construcción de dichas plantas Catalina es convincente sino que a esto se agregan otros contratos que como los de Odebrecht han originado serias críticas al sistema de contrataciones del Estado.
Odebrecht no sería la única cuestionante por la que pasan los contratos estatales también están decenas de actos donde los fondos públicos se sobrevaluan para engordar cuentas personales como si el dinero se fabricara en cualquier imprenta local.
Los ricos y millonarios que han logrado sus fortunas a través del accionar político no son de ahora, estos existen desde el mismo surgimiento de la República sin que haya sanción real a sus comportamientos.
Sólo vale decir que en tiempos modernos y tras la muerte de Trujillo los bienes que estaban a nombre del tirano y sus amigos que luego pasaron al bien público fueron desapareciendo uno a uno, yendo a parar la mayoría a posesiones particulares de los mismos que adversaban al dictador.
Balaguer llegó a decir que el único que no se había hecho millonario de su gobierno era él.
Un poco más atrás de Trujillo cuando Ulises Heureaux era el dueño político de las tierras dominicanas muchos se capitalizaron utilizando las amistades y negocios que hacían con Lilis.
Esas fortunas han crecido con el tiempo estando establecidas hoy como honorables y esparcidas en todos los sectores de la economía nacional.
Muchos personajes que en estos tiempos modernos hacen política y negocios con los gobiernos de turno también quieren acumular riquezas tomando el camino más corto sobrevaluando obras obtenidas mediantes contratas que libres o amarradas tienen sus periquitos.
El que hizo la ley hizo la trampa, dice el dicho popular, aquí se aplica con un porcentaje casi genial.
Casos como Los Tres Brazos, Tucannos, Oisoe, AAA, Punta Catalina, Odebrecht, Carretera de Samaná, Plan Renove, Baninter entre otros tantos que tendría que recordar ponen de manifiesto la atención que se le debe poner lo que se le hace llamar corrupción estatal.
Yo diría indelicadezas porque la justicia es la que determina pero como van las cosas estamos tocando fondo en lo que tiene que ver con el manejo de los recursos del Estado y la credibilidad que se debe tener para manejarlos.
Estoy seguro que las investigaciones que se realizan sobre muchos de esos casos no van a pasar de ahí se necesita voluntad política para resolverlos además de mirar hacia atrás porque entre tantos amigos y conocidos ningún gobierno quiere ver caer los suyos.