futbollSanto Domingo, 10 ago (EFE).- España se juega mañana su pase a las semifinales del “Mundial” de Naciones de fútbol frente a Brasil, un torneo que reúne a jugadores aficionados de distintas nacionalidades que residen en Santo Domingo.

La diferencia es que no se trata del estadio Soccer City de Johannesburgo o el Maracaná de Río de Janeiro, este es un terreno de juego de hierba artificial de 50 x 30 metros situado al oeste de la capital de la República Dominicana y en el que entre el 7 de julio y el 31 de agosto se enfrentan doce naciones.

Esta selección española no cuenta con Iker Casillas, Andrés Iniesta o Fernando Torres. Aquí se llaman Francesco Sergio, Dinardo Rodríguez, Henry Grundman, Rafael Castro y proceden de doce naciones.

Argentina -que ya se ha quedado por el camino a diferencia del papel de su selección profesional”-, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, España, Guatemala, Italia, Peru, Venezuela y República Dominicana son los participantes de este año.

Por segundo año consecutivo “y con cada vez más adeptos”, el Torneo de Naciones -Mundial Rexona- llega ya a su ronda final en las instalaciones de “La Media Cancha”, al oeste de Santo Domingo.

Todo surgió de la cabeza de los dominicanos Alberto Marranzini y Massimo Ferretti, los cuales adaptaron de España y Chile las ideas de este torneo deportivo que empezó aquí en República Dominicana el año pasado.

“En cuanto regresé de Barcelona la aceptación fue instantánea y el sueño fue hecho realidad. La gente se apuntó enseguida. El fútbol une y es para muchos una auténtica pasión, por lo que no fue un proceso para nada difícil, los futbolistas no tenían casa y nosotros les creamos un hogar”, señala Marranzini en una entrevista con EFE.

Pero el proyecto, con el que cuenta con su amigo, Roberto Mauro, tiene otras ramificaciones como una Liga en la que se compite el año completo, en diferentes categorías: Sub-16, Sub-19, Honor, Abierta, Femenina, torneos benéficos…,”todo alrededor del deporte”.

Un deporte, el fútbol, que ha servido, según Marranzini, para que salgan muchos niños del ostracismo y de la calle, “donde nada bueno les aguardaba a muchos de ellos”.

Todos estos torneos y competiciones han servido para que muchos jóvenes adquirieran disciplina, responsabilidad, obligaciones y unos horarios “que luego han tenido traslación a sus vidas”.

“Ha sido una oportunidad para salir, un camino, para los entrenadores y jugadores a una nueva profesión”, asegura Marranzini, “nos hemos involucrado tanto que los hemos ayudado a buscar becas y otras salidas para incorporarse a la vida laboral”.

Para los jugadores del Torneo de Naciones, cuya primera edición el año pasado fue conquistada por la República Dominicana, se trata de “un orgullo, tanto que lo viven con la misma pasión que Cesc, Sergio Ramos o Silva”.

“Al inicio de los partidos siempre ponemos el himno nacional y vestidos con la equipación de ‘La Roja’ o de la selección brasileña o cualquier otra, se les nota el mismo orgullo y pasión que si defendieran a nivel mundial o europeo a sus selecciones”, indica Marranzini.

A diferencia de las selecciones absolutas, los de este “mundialito” se “lo trabajan ellos mismos y son ellos los que tienen que buscar su propio entrenador, su propio patrocinio y fichajes de lugar”.

“Lo más complicado a veces es buscar a los patrocinadores para todos los torneos de las distintas categorías”, explica Marranzini.

Las semifinales de mañana enfrentarán a España y Brasil, Cuba e Italia, Venezuela y Colombia y República Dominicana-Perú.

Por el camino se han quedado selecciones tan “potentes” en la historia del fútbol como Argentina.

La razón de por qué no hay otras naciones que participen en el “mundialito” de Santo Domingo es debido a que el resto de países “no son colonias tan fuertes o no cuentan con el empuje suficiente o, incluso, las ganas”.

Mañana, domingo, se juegan su pase a las semifinales dos grandes naciones futbolísticas: España y Brasil.

En el plazo de tres fines de semana se sabrá quién es el país vencedor y si alguien le arrebata el título a la República Dominicana.

Como premio, casi 1.200 dólares y una reproducción, menor en tamaño, del trofeo que ahora mismo tiene en su poder la selección nacional española de fútbol.