Linda Cortorreal

Santo Domingo

luis peloteroDe sus días de gloria daban testimonios dos fotografías colocadas encima del modesto ataúd. Luis de Paula fue uno de los millones de niños dominicanos que han soñado con llegar a grandes Ligas.  Llegó a mitad de camino y luego le tocó jugar un partido en un terreno para el que no estaba preparado: en la cárcel de La Victoria. Allí entró de pie hace nueve meses y salió en estado grave para finalmente morir el pasado fin de semana.

“¡Ay lo perdí, mi bebe! ¡Ay mi niño, se me fue!” así exclamaba la madre del ex pelotero, Mireya de la Rosa, cuando lo velaban en la funeraria Jerusalén,  en Santo Domingo Norte, Villa Mella.

Antes de su deceso De Paula Valenzuela permaneció  varios días  en cuidados intensivo en el hospital Mocoso Puello. El director del centro dijo que padecía de hepatitis y anemia  entre otros problemas de salud. Pero los parientes afirman que recibió una golpiza de la que aún conservaba moretones al momento de su muerte.

“Ese muchacho fue maltratado en la cárcel.  Pedimos que hagan una investigación a fondo con la Policía y que estén ahí,  de mano a mano, diciéndole la verdad al pueblo. Porque a nosotros no se nos va a decir la verdad. Él fue maltratado allá por la Policía. Ese muchacho llegó vivo, y sin ninguna enfermedad en su cuerpo. Venía padeciendo una depresión sí, pero no para llevarlo a donde él está. Él no murió por causas naturales sino a mano de un hombre”, exclamó llorando, María de Paula tía del fallecido.

Asimismo,  hizo un llamado a las madres a que, cuando tengan a sus hijos presos, que no se descuiden de ellos,  porque estas cosas les pueden pasar a sus hijos. “Estos casos están pasando en La Victoria, donde los mutiladores son los policías. La Policía que investigue, que no estamos hablando por hablar”.

Tres fotografías, junto con los arreglos florales, estaban encima del ataúd. Una de las fotos era del joven cuando fue  bautizado en la iglesia evangélica; en  las otras dos iba vestido de pelotero con el uniforme de los leones del  Escogido y de cuando pasó por  las Ligas Menores de los  Rays de Tampa Bay. En la funeraria amigos y familiares se notaba apesadumbrados.

El padre de Luis,  Augis de Paula, alias “Rafelito”, dijo que sabe quiénes son los culpables de la muerte de su hijo, y que dentro de estos se encuentran policías pero que no quiere dar declaraciones debido a que para hablar necesita resultados que son necesarios. “Para no decir algo hoy y que mañana salga otra cosa”.

“Yo tengo el nombre de esas personas y de quien me lo dijo, que fue un preso, pero no puedo decir quién es. Todo el mundo, que conoce el caso, sabe de dónde nace. A mí no me importa el peligro”, aseguró el padre de De Paula.

Además dijo que ellos han sido amenazados, y que cada vez que él iba a visitar a Luis a la cárcel no lo dejaban hablar a solas, siempre había alguien acompañándolos. Pero advierte que llegará hasta donde tengan que llegar.

“Él decía que no lo dejaran solo porque  tenía miedo  de que lo terminaran de matar. Yo no tengo miedo de hablar, porque yo sé que lo mandaron a matar. El jefe de la Policía y Danilo tienen que hacer justicia, este dolor es muy grande. Ojalá que a otra gente no le pase lo mismo que le pasó a mi hermano. Él me va hacer mucha falta porque él me relajaba cuando me ponía una ropa. Él se puso guapo  y me dijo porqué no me viniste a ver y yo le dije: pero yo no sabía. Éramos inseparable”, dijo con las lagrimas en los ojos la hermana del expelotero  Elizabeth de Paula.

 

Antecedentes
Luis de Padua Fernández  llegó a  jugar con el equipo de los Leones del Escogido. También firmó un  contrato de Ligas Menores con el equipo de Rays de Tampa Bay. Fue deportado desde Estados Unidos luego de lo acusaran de fraude por participar en un matrimonio arreglado.

Durante su época de pelotero recibió un pelotazo en la cabeza que lo llevó a perder el conocimiento. En los últimos años comenzó a sufrir problemas mentales. Fue diagnosticado con esquizofrenia por una psiquiatra al servicio  de la Dirección de Prisiones. Ingresó a prisión tras darle una pedrada a un menor de edad que ingresó en u terreno  de su propiedad donde había empezado a construir un edificio que nunca pudo terminar. Al momento de su muerte tenía 31 años.