Por Esther Fernández Muñoz

FOTOA un año de recibirse como presidente electo del pueblo venezolano, Nicolás Maduro Mora ha tenido que enfrentar toda suerte de reclamos por la deficitaria situación económica, política y social por la que atraviesa el país, el mismo que ostenta un lugar sin parangón en el mapa-mundi de las grandes reservas petroleras.

Jóvenes descalzos y otros con grandes cruces a cuestas, han sido parte del escenario subversivo que el presidente ha tenido que contemplar y que ha hecho mella a la estabilidad gubernamental. Sobre todo por las más de cuatro decenas de muertos y centenares de heridos que han dejado como resultado las manifestaciones. Todos los que protestan hacen alusión a la errática política económica que ha venido aplicando el heredero del chavismo. A esto se suma el recuerdo de los “cacerolazos” a los que llamó su máximo contrincante político, Capriles Radonski, como manera de “descargar la arrechera”, (disgusto) por los resultados de las elecciones que fueron calificadas de “amañadas” y que dieron como ganador por estrechísimo margen a quien fuera designado a dedo por Hugo Chávez para ser su sucesor. Las impugnaciones no se hicieron esperar, pero su éxito quedó como en una especie de péndulo con inclinación favorable hacia el oficialismo.

No faltaron las voces que alertaban sobre una inminente desestructuración de la hegemonía partidaria, cuando se hablaba del malestar a lo interno del chavismo por la supremacía “inesperada” de Maduro cuando ya Diosdado Cabello, en sus estadíos más viscerales, había madurado la idea de dirigir el partido y el país.

Mientras el mundo se desmorona por fuera de las puertas del Palacio de Miraflores, a lo interno del mismo el Presidente y su séquito buscan la estrategia idónea para llevar a cabo un proceso catártico que termine purificando la sociedad venezolana mediante la anulación definitiva de los sectores internos y externos que ellos han identificado como la verdadera causal de este amargo drama. En lo que llega la solución efectiva, en la que la figura del preso político está tomando cada vez más cuerpo y los distanciamientos diplomáticos se hacen cada vez más amplios, se siguen recrudeciendo las demandas sociales, el Imperio sigue diciendo que no tiene nada que ver con eso y la oposición pide que le saquen a Leopoldo López de la cárcel

Mientras tanto, la inflación se eleva y roza ya el 56 %, la economía se desacelera, el desabastecimiento alcanza a más de la cuarta parte de los productos de consumo, y los homicidios por año superan los records. En la incesante búsqueda de la distancia más corta entre los frentes encontrados, se han decantado por la línea recta del diálogo. La mesa se ha abierto, aunque las esperanzas parecen cerradas… Sigamos esperando!

La autora es:
Master en Estudios Diplomáticos y RR II por la UCSD
Master en Cooperación Internacional y Doctoranda en Perspectiva de Género, por la UCM