LIBIA.- Al final de una jornada en la que las manifestaciones antigubernamentales se intensificaron en el este de Libia y se extendieron a la capital, Trípoli, uno de los hijos de Muamar Gadafi, Saif al-Islam, advirtió que su país podría entrar en una guerra civil.
El hijo de Gadafi dijo que existe esa amenaza, ya que “todos” en Libia están armados e indicó que si la guerra empieza “se producirán cientos de miles de víctimas”.
En un discurso televisado a la nación, en el que pasó de un tono conciliador a otro amenazante, al-Islam aseguró que el gobierno “luchará hasta la última bala” para permanecer en el cargo de la nación norafricana.
El hijo de Gadafi aseguró que el gobierno “luchará hasta la última bala”.
Las declaraciones se produjeron después de una jornada en la que se consolidó el avance de la oposición en la ciudad oriental de Bengasi y de que surgieran los primeros focos de protesta en la capital, Trípoli. En esa ciudad se oyeron intensos tiroteos y testigos reportaron que la policía cargó contra los manifestantes con municiones y gas lacrimógeno.
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Los manifestantes exigen medidas democráticas en Libia y la salida de Muamar Gadafi, que está en el poder desde hace 42 años.
Las protestas que afronta su gobierno no tienen precedente y han sido reprimidas de forma violenta por las fuerzas de seguridad, según las informaciones que surgen pese al “apagón informativo” que se vive en el país.
“Reformas y democracia”
El hijo de Gadafi, que no tiene ningún cargo en el gobierno, admitió que los militares habían reaccionado de forma exagerada contra los manifestantes y reconoció que cometieron “errores” porque, según argumentó, no estaban capacitados para manejar disturbios civiles.
Sin embargo, acusó a grupos opositores, algunos de ellos residentes en el exterior, y a islamistas de tratar de romper Libia.
Además, al-Islam afirmó que en los principales enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes en la ciudad de Bengasi no hubo más de 14 muertos, frente al recuento de más de 200 fallecidos hecho por las organizaciones de derechos humanos.
En ese sentido, acusó a los medios de comunicación extranjeros de “exagerar” los hechos.
El hijo del líder libio instó a sus compatriotas a “detener el derramamiento de sangre” y aseguró que existe una “posibilidad real de la reforma y democracia”.
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“Galimatías sin sentido”
Al-Islam confirmó que los manifestantes tomaron el control de algunas bases militares y tanques en el este de Libia, y afirmó que algunos “borrachos y matones” estaban conduciendo tanques por las calles.
Además, sostuvo que la oposición pagó a “mercenarios africanos y árabes” para protestar, una acusación que los manifestantes han hecho contra el propio gobierno.
Para el corresponsal de la BBC en Medio Oriente, Jon Leyne, éste fue “uno de los discursos políticos más extraños” que ha oído, ya que al-Islam estaba “totalmente desligado de la realidad de su país”.
“Para la mayoría de los libios (el discurso) ha sido sólo un galimatías sin ningún sentido. La idea de que de alguna manera se van a sentar para tener un diálogo nacional con un gobierno que trajo mercenarios extranjeros a disparar contra ellos es de risa”, sostuvo Leyne.
Gadafi sigue en Libia
Por otra parte, al- Islam aseguró que su padre se encuentra en la capital del país, Trípoli, desde donde “dirige la batalla” y dijo que cuenta con el apoyo de las Fuerzas Armadas.
“El ejército libio está con Gadafi hasta el último momento y es el que tiene la última palabra en este asunto”, declaró.
Estas declaraciones se produjeron después de que circulasen rumores en los medios árabes sobre la posibilidad de que el mandatario hubiera abandonado el país y ante la falta de información sobre su paradero.
Gadafi es el líder más veterano del mundo árabe, ya que gobierna este país rico en petróleo desde 1969 cuando derrocó al rey Idris y condujo a la proclamación de la Yamahiriya, o Estado de las Masas.
Estas protestas se enmarcan en la ola de protestas a favor de la democracia de Oriente Medio, que fue impulsada por la caída de Hosni Mubarak el 11 de febrero en Egipto, y del presidente tunecino Zine al-Abidine Ben Ali, en enero.