EL AUTOR es mayor general retirado de la Policía
y periodista. Reside en Santo Domingo.
A propósito del Día Internacional del Medio Ambiente, el 5 de junio de cada año, la salvaguarda de nuestra naturaleza evita considerablemente los fenómenos atmosféricos, garantizando mejor calidad de vida, seguridad y convivencia pacífica a las personas y toda la naturaleza.
Las autoridades estatales, los medios de comunicación y cada persona individual, debemos trabajar por una cultura de prevención, mitigación y control de desastre, ya sean estos naturales o provocados por las personas
Como parte de las Antillas en el centro del Caribe la República Dominicada en su condición de isla es más vulnerable, por lo que presenta mayores riesgos ante los fenómenos atmosféricos y otros desastres. Situación esta que pone grandes retos a los organismos responsables de prevenir y mitigar las posibles catástrofes. Para ello nada mejor que promover las orientaciones y la educación ciudadana, con el objetivo de integrar a toda la sociedad a la participación activamente en el manejo adecuado de dichos fenómenos y desastres.
El primero de junio de cada año comienza la temporada ciclónica para esta zona del Caribe y se extiende hasta el día 30 de noviembre. Aunque con los cambios climáticos y los fenómenos del calentamiento global han surgido, como se esperaba, verdaderos ciclones o tormentas tropicales fuera de temporada.
Los centros de estudios avanzados de fenómenos atmosféricos han pronosticado para esta temporada la formación de 26 tormentas tropicales, de las cuales de 14 podrían ser huracanes, de los mismos cuatros podrían ser intensos categoría 3-5 y diez moderados categoría 1-2.
Como nuestro país está ubicado en la ruta de esos huracanes, resulta necesario que los ciudadanos no se acuerden de Santa Bárbara cuando truena y hagamos nuestras previsiones ante el anuncio de las autoridades competentes, léase el Comité Nacional de Emergencia presidido por la Defensa Civil.
En localidades de hacinamiento como las barriadas que se encuentran a orillas de ríos y cañadas se hace necesario estar atentos, confiar y obedecer a las disposiciones de los organismos de la Defensa Civil o cualquier voz oficial autorizada, para evitar tragedias y hechos lamentables.
Cuba es un país con limitaciones de recursos como el nuestro y a pesar de ello, cumple ejemplarmente con la prevención y mitigación de desastres con los mejores resultados, por su disciplina, respeto a las normas y protocolos, que son dignas de imitar. La prevención sigue siendo el aspecto fundamental ante estos casos de desastres naturales. Hay que estar preparados, especialmente las personas que viven en localidades de alto riesgo, de deslizamientos de tierra y de inundaciones.
El Programa de Reducción de Riesgos de Desastre del Centro Latinoamericano y del Caribe, contempla que “el proceso de gestión de riesgos no sólo implica respuesta a los acontecimientos, sino también, y sobre todo, de alerta temprana para analizar vientos, precipitaciones, caudales y otras variables de prevención”.
Además plantea “la necesidad de que el tema de gestión de riesgos sea transversal en las discusiones de Estado, para que en lugar de tener gigantescos presupuestos de gestión de riesgos cada sector mantenga un criterio que lleve a la apropiación del tema y permita destinar los montos requeridos para la sostenibilidad de esos programas”.
Si aplicamos la sicología, la población dominicana posee el mayor grado de resiliencia, ya que hemos dado muestra de ello en reiteradas ocasione, pues afortunadamente nos reponemos y recuperamos rápidamente. Pero lo relevante de todo esto es que los dominicanos debemos hacer conciencia en el escaso respeto a las normas, ya que aumenta los riesgos.
Los cambios climáticos nos muestran la necesidad de hacer cultura en el cumplimiento y respeto a las leyes, ya que cada vez más sorpresas se desprenden de estas situaciones.
Nuestra sociedad es escasa en planificación y mucho menos en seguir las reglas, pero en los actuales momentos de las grandes variables climáticas fruto de los Gases de Efecto Invernadero que han llevado a calentar el planeta y consecuentemente derretido los glaciales, alterando y agravando los fenómenos atmosféricos, debemos reflexionar y redireccionar nuestra cultura a la planificación constante y al cumplimientos de las normas y protocolos que resulten de ello.
Debemos fortalecer en la generalidad y por siempre, adoptando los buenos ejemplos que dan muestra de que si podemos, tal son los casos de los programas de planificación de prevención llevados a cabo en los periodos de semana santa, fin de año, y otros eventos extraordinarios, en los cuales actuamos más protocolarmente y las experiencias que muchos cuentan de lo respetuoso que somos cuando visitamos otros países.
“Una onza de prevención evita una tonelada de corrección” Anónimo