Por Juan Cruz Triffolio
El presidente Danilo Medina y Leonel Fernández, presidente del PLD, están compelidos a sentarse, urgentemente, en la mesa del dialogo y el consenso.
Así lo requiere la militancia sensata del partido creado por el Profesor Juan Bosch, maestro universal del cuento y la política.
En sentido general, también lo exige la sociedad dominicana.
El país político luce exacerbado, eufórico y sobretodo, sumamente cansado de tantas diatribas y discursos electoreros, huecos, con matices acomodaticios.
En la esencia y los compromisos emergidos de un diálogo franco y sincero, entre las dos figuras políticas de mayor gravitación en el tablero político-electoral actual, podría salir a flote una alternativa para transformar el espinoso y pesaroso sendero por donde discurre el ejercicio político dominicano.
Fumar la pipa de la paz, luego de un compartir franco y sincero, capaz de llevar a ambos peledeístas a un accionar en una misma dirección y con similar propósito, sería el más atinado aporte para dar paso a un autentico reencuentro de las diversas corrientes existentes en el partido morado, al tiempo que devolver las esperanzas y el sosiego en una porción significativa de la población nacional.
Insistir en el tira y jala, las diatribas, la radicalización y las trapisondas, al final de la jornada, sin exageración alguna, sólo dará como resultado el tener que aceptar una realidad de dolorosas y denigrantes consecuencias.
Más temprano que tarde, Medina y Fernández, con la experiencia y madurez política que se les reconoce, están compelidos a consensual tomando en cuenta, fundamentalmente, sus puntos coincidentes y obviando sus naturales diferencias, como una manera de corresponder positivamente a las expectativas, respeto y admiración de quienes sienten orgullo al definirse como sus apasionados y fieles seguidores.
Los miembros de las bases del partido de la estrella amarilla insisten en la necesidad de un equilibrado y sensato entendimiento, por lo que Danilo y Leonel no tienen otra escapatoria, si en verdad desean garantizar la continuidad de su organización política en el solio presidencial, a partir del torneo electoral venidero.
Su consenso y ejercicio mancomunado, con visión y metas comunes, obliga a cualquier tipo de despojo de intereses particulares y aviesos, pues juntos constituirían una exitosa mancuerna invencible y poderosa en el tablero electoral, escenario de la contienda del 2020.
Los electores sensatos así lo reconocen, colocando oídos sordos ante los ruidos de los adversarios partidarios, quienes, en ocasiones, recurriendo a la insidia, procuran motivar a la malquerencia y la división.
Danilo Medina y Leonel Fernández tienen sobre sus hombros una pesada responsabilidad histórica y política que no deben evadir.
De su atinado accionar partidario, sin exageración alguna, dependerá la marcha del reloj de la democracia dominicana.
El tiempo apremia, dejemos las manecillas correr…