Muchos lo ignoran, pero la Conferencia Dominicana de Religiosos (CONDOR) agrupa una alta proporción del clero y las monjas católicas del país. En ella participan todas las órdenes religiosas de hombres, como jesuitas, dominicos, franciscanos, salesianos o misioneros del Sagrado Corazón, y las de mujeres, como carmelitas, dominicas y vicentinas. De manera que cuando esa institución habla se puede decir que está expresando el sentimiento de una gran parte de la Iglesia Católica.
Siempre he ponderado los pronunciamientos de la CONDOR fruto de la reflexión colectiva, inspirada en las esencias de la doctrina católica y en los valores del cristianismo, nunca fruto de la emocionalidad. Y como casi ningún medio publicó ni resaltó el de esta semana sobre la sentencia del Tribunal Constitucional, me complace reproducirlo textualmente:
“Nosotras/os, Superioras/es Mayores, reunidas/os en la 53° Asamblea General de la Conferencia Dominicana de Religiosas/os (CONDOR) nos sentimos indignadas/os ante la sentencia No. 0168/13 del Tribunal Constitucional del 23 de septiembre de este año 2013 y la condenamos unánime y totalmente.
Esta sentencia despoja de su nacionalidad a cuatro generaciones de personas que durante más de 80 años fueron registradas como dominicanas al amparo de la Constitución y las leyes vigentes. Personas que han sido declaradas y poseen un acta de nacimiento, y que ahora quedarán en condición de apátridas, a pesar de haber nacido, vivido y de que sólo conocen República Dominicana. Muchas han obtenido sus cédulas de identidad y electoral, han viajado con su pasaporte dominicano, se han casado y tienen actas de matrimonio, y ahora, de forma tajante, la sentencia 0168/13 del T.C. les está negando su nacionalidad dominicana.
Esta negación está causando la violación de derechos civiles tales como una crisis de identidad legal y la pérdida de oportunidades para estudiar, trabajar, viajar, casarse, transitar libremente, y con ella el país viola acuerdos internacionales.
“El Señor le dijo: He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos.” (Ex 3, 7)
Las/os religiosas/os dominicanas/os no podemos quedamos indiferentes al clamor de Dios en el dolor y la exclusión de los cientos de miles de dominicanas/os que están siendo afectadas/os por esta sentencia del T.C.
Estamos llamadas/os a ser “Corazón de Humanidad” a ejemplo de Jesús y nos sentimos obligadas/os a seguir luchando por una dominicanidad incluyente, para que nuestra identidad dominicana se exprese en los valores del Evangelio, como fue el deseo de los fundadores de nuestra Patria, y no en ideologías excluyentes.
Recordemos también las palabras del Papa Francisco, al destacar que todo ser humano posee una misma dignidad. “El fundamento de la dignidad de la persona no está en los criterios de eficiencia, de productividad, de clase social, de pertenencia a una etnia o grupo religioso, sino en el ser creados a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1, 26-27) y, más aún, en el ser hijos de Dios; cada ser humano es hijo de Dios”. (Mensaje del Papa para la Jornada Mundial de Migraciones, 2013).
A la luz de la Palabra de Dios que nos convoca, nos solidarizamos con las/os afectadas/os por la sentencia 0168/13 del Tribunal Constitucional, unimos nuestra Voz a las de ellas/os y exigimos la anulación de esta sentencia que lesiona gravemente los Derechos Humanos fundamentales, ya que la ley no puede estar por encima del ser humano ni aplicarse retroactivamente. En Santo Domingo, 9 de octubre de 2013”.