Desde que murió el inolvidable padre Santiago Hirujo, encargado (ni siquiera párroco) de la Iglesia de Sabana Perdida, y en noviembre harán 20 años, no había vuelto a internarme en el corazón de ese sector fundamental del Municipio Santo Domingo Norte, el cuarto más poblado del país, con 530 mil habitantes. Desde la avenida que le da acceso puede apreciarse el enorme crecimiento de la ciudad de Santo Domingo hacia el norte. Ya el nombre le queda obsoleto, pues de sabana perdida se ha pasado a centro visible de atracción de la inmigración hacia la gran urbe nacional.
Tras tan prolongada ausencia, en pocas semanas he tenido que ir dos veces a Sabana Perdida, atendiendo invitaciones del alma máter del sector, la Acción Comunitaria por el Progreso (Acopro) por actividades relacionadas con su veinte aniversario. Su enorme concentración humana, los brotes de pobreza junto a las nuevas edificaciones hospitalarias y empresariales, dejan una mezcla de nostalgia por las verdes sabanas y preocupación por la urbanización anárquica que concentra los sueños de progreso de los migrantes del interior del país.
Santo Domingo Norte es el más pobre de los municipios que integran la provincia que circunvala el Distrito Nacional, que es decir la ciudad de Santo Domingo, con la segunda tasa de delincuencia del país, lo que no debe sorprender ya que el 27 por ciento de sus jóvenes entre 18 y 30 años están desempleados y no pudieron pasar de la educación primaria. Sin escuelas técnicas y hasta hace poco sin hospitales, y en gran proporción sin agua potable y con apenas 8 a 12 horas de electricidad por día.
Es en ese marco social donde se ha desarrollado Acopro durante dos décadas. Desde su origen los habíamos acompañado desde la televisión con entrevistas y reportajes, alentando la persistencia de sus dirigentes, pero fue grande la sorpresa al comprobar las amplias instalaciones que han desarrollado en el corazón del barrio, y la afluencia allí de dirigentes comunitarios de todos los sectores del norte capitalino, quienes han concertado la agenda para el desarrollo de Sabana Perdida.
Allí se ha impartido educación inicial y básica a más de 15 mil niños, han entrenado 8 mil 620 dirigentes de centros y organizaciones comunitarias y, con la colaboración del Infotep, se han formado 19 mil 250 técnicos y técnicas en las áreas belleza, masaje, electricidad, reparación de electrodomésticos, digitación e Internet, repostería, camareros, contabilidad y auxiliares de almacén y farmacia, entre otros oficios. Son jóvenes arrebatados a la tentación de la delincuencia y a la frustración.
Un centro integral de atención primaria en salud, programa de microcrédito y numerosos proyectos de promoción humana de niños, adolescentes, jóvenes y adultos, conforman el impresionante récord de Acopro, que ha tenido el mérito de alternancia de sus dirigentes, con altos estándares de eficiencia gerencial y transparencia.
Acopro ha sido reconocida como una organización socio-comunitaria vanguardista en la defensa de los derechos de los sectores desposeídos, en la promoción de los principios democráticos y en la lucha contra la desigualdad y la discriminación social. Con grandes aciertos en la articulación e implementación de proyectos sociales, rebasando ampliamente el marco de Sabana Perdida y el municipio. Sus dirigentes han participado en numerosos espacios de concertación nacional, con cálido reconocimiento de entidades nacionales e internacionales, que han contribuido a su financiamiento.
Al visitar las instalaciones de Acopro quedan claras las líneas de acción para superar la pobreza, la marginalidad, la violencia y la delincuencia que afectan nuestra sociedad. Las reservas morales y la fuerza de voluntad de la población dominicana son superiores a la miseria y la descomposición social. Lo que falta es una acción gubernamental decidida que destine a la promoción humana una buena proporción del dinero que se gasta en el clientelismo político para mantener la pobreza subordinada.
Saludo a Acopro en las persona de sus dirigentes Gabino Hernández, Juan Alfredo Papoters, Caonabo Gutiérrez, Marina Martínez, Idelisse Santana Báez y Reyes Pérez Valdez, entre muchos otros que hemos visto crecer en dos décadas. Y gratitud por mantenernos viva la fe en las potencialidades de las dominicanas y dominicanos.-