Encuestas

Por Manuel Hernández Villeta

 

Las encuestas constituyen una mirada al panorama de un momento determinado. Las encuestas no son decisivas en torneos electorales como los dominicanos. Inclusive, las encuestas en países desarrollados son reflejo de realidades, pero no deciden  o manipulan votaciones.

La política dominicana no se hace en base a números de publicistas, sino de realidades. El verdadero poder de valoración en el sistema electoral está en el día de las urnas, donde el pueblo decide por quién dará su apoyo.

No son buenas las encuestas, pero tampoco son malas. Todo depende del color con que se les mire, y del calor que están hechas. La mayor parte de las encuestas que se realizan en la República Dminicana tienen ribetes de fantasías.

Muchas son creadas en laboratorios, con trabajos de campo que no pasan de la simple imaginación de los interesados. Pesa más el color de los billetes, que la etica. Eso se ha demostrado al correr de los años.

Además, en áreas políticas subdesarrolladas, como la República Dominicana, más pesa una fundita de alimentos repartida en buen momento, que el por ciento concedido en el muestrario. Hay una política de clientelismo en dominicana, y poco importa lo que se diga en números y guarismas.

No creo que el devenir de la política dominicana sea normado por simples encuestas. Más bien dan para la chismografía política, para las tertulias de café y para que los intelectuales sin ocupación pasen balance a sus preferidos. Pero en el barrio es otra cosa. Allí reside la mayor parte de la poblacion, y esa no cree en encuestas.

El clientelismo político hace que  se siga al que da, al que entrega facilidades a título personal. Es más, la realización de obras colectivas se eclipsa si no va a compañado de la dádiva oportuna y la recompensa en manos seleccionadas.

No pensemos en dar una calidad a la política criolla que no  tiene. Aquí juega el que llene la barriga de los excluidos. Pesa más que los resultados de una encuesta, la promesa de que se va a conseguir comida caliente a los estomagos en penumbra.

Siempre he dicho que el mejor sondeo que puede llevar a cabo un político es levantarse bien temprano e ir al colmado del barrio. Si los precios suben en forma desordenada, se escucharán las opiniones que pueden mover a reflexión. El arroz, el salchichón, la pica-pica y el huevo pueden reflejar la mejor encuesta popular, y perfilar el camino de ganadores y perdedores.