El inspirado gobierno del licenciado Danilo Medina debería auspiciar un debate absolutamente racional, abierto y plural antes de decidir una ruta específica para mejorar y abaratar la comunicación terrestre entre la pujante región del Cibao y el relegado Sur, merecedor de una mayor atención, a fin de identificar la opción más ventajosa no sólo desde el punto de vista económico social-sino también por el impacto ambiental.
Hay cada vez mayores y serias objeciones a un nuevo trazado vial. Pero no se trata de una oposición al objetivo fundamental, sino de propuestas alternativas que suponen, por lo menos a juicio de sus portadores, menores costos en términos medio ambientales y económicos. De manera que no se les debe estigmatizar como “oposición al progreso” o “resabios de ecologistas radicales”, ni tampoco como obstrucción a una decisión gubernamental.
Lo primero que debe hacer el gobierno es ejecutar una política de absoluta transparencia. Eso comienza por informar cuál es la ruta escogida, y dar a conocer los estudios de impacto ambiental y económico social que deben preceder una obra de esa magnitud e importancia, que según se ha dicho costaría 345 millones de dólares, aunque expertos indican que podría rondar los 500 millones de dólares.
Lo segundo sería auspiciar un taller de trabajo abierto, convocando a los profesionales e instituciones que han formulado alternativas para que las expongan. Pero no para llenar un expediente cuasi democrático, sino para tomar nota y luego decidir sobre lo que parezca más racional, es decir más conveniente para toda la sociedad dominicana que va a pagar el costo.
Nos inscribimos entre quienes favorecen la ruta Constanza-Padre las Casas, que han sostenido profesionales de la categoría de Frank Moya Pons y Osiris de León. Esta semana conocimos un excelente análisis-propuesta del doctor en geografía José Ramón Martínez Batlle, quien auxiliándose de fotos satelitales ha diseñado varios trazados para concluir en que esa es el más conveniente desde el punto de vista ambiental y socio-económico.
La conexión por Constanza sería más conveniente porque enlaza zonas ya bajo cultivos y porque sería más céntrica para dar paso hacia las dos regiones, dado que el intercambio comercial es de los justificativos de la inversión. Tendría mucho menor costo ya que el tramo nuevo a construir sería más corto, y más rentabilidad porque facilitaría la circulación a una más amplia proporción poblacional.
Desde la perspectiva ecológica no hay discusión posible. Por Constanza no habría que ocasionar un nueva herida a la Cordillera Central, ni afectar dos de los más importantes parques nacionales reservorios de fuentes acuíferas fundamentales, ni tumbar bosques por más de 40 kilómetros, como implica la alternativa que se viene barajando.
Hace décadas que se contempla la posibilidad de una nueva ruta norte sur y los gobiernos le han dado larga por los costos que implica. No hay ninguna razón que ahora obligue a una precipitación. Este es un país pobre con demasiadas necesidades aún en los servicios más elementales de agua, energía, alcantarillados, educación, salud y vivienda, por lo que debemos medir toda inversión.
Acabamos de pasar por un nuevo paquete impositivo y el Fondo Monetario Internacional ya está sugiriendo otro, advirtiendo del riesgo en que ha caído la economía nacional a causa de graves déficits, como el fiscal 8.5 por ciento y el de balanza de pagos sobre el 7 por ciento del producto bruto interno, así como una deuda pública que ya alcanza el 45 por ciento del mismo PIB, incrementada en 5 puntos en el último lustro. Estamos obligados a imponernos un régimen de real austeridad y racionalidad.-