Un resucitado Hipólito Mejía aparece como favorito en la elección primaria retando el control de la maquinaria partidaria atribuido a Vargas Maldonado
Con la elección de candidato presidencial pautada para hoy el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) podría estar jugándose no sólo su democracia interna y su unidad, sino también las posibilidades de retornar al poder en los comicios presidenciales del año próximo.
La bipolarización entre un resucitado Hipólito Mejía, orlado por un carisma que lo acerca a las bases y el presidente del partido Miguel Vargas Maldonado, con amplios recursos económicos y control de la maquinaria partidaria, pone en difícil trance al más antiguo de los partidos políticos dominicanos.
Evento trascendente
En la opinión pública hay consenso en que la elección primaria perredeísta de hoy será trascendente de cara a los comicios presidenciales del año próximo y hasta para la fortaleza institucional de la nación en la medida en que salga fortalecido o debilitado el principal partido de oposición al régimen del presidente Leonel Fernández.
No sólo se juega la candidatura presidencial entre Miguel Vargas Maldonado e Hipólito Mejía, sino también la capacidad de los perredeístas para regirse por el juego democrático y convertirse en opción alternativa al gobierno de los últimos ocho años del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en franco proceso de desgaste.
Y hay quienes creen que hasta las posibilidades del debilitado proyecto continuista del presidente Leonel Fernández depende del desarrollo de la elección perredeísta. Quedaría liquidado con una demostración de fortaleza institucional y democrática que mejoraría la imagen del PRD, pero se alentaría y abriría perspectiva en medio de un proceso de irregularidades, arrebatos, y posibles fragmentaciones internas.
Hasta los mismos perredeístas reconocen que sus posibilidades de retornar al poder ocho años después que lo perdieran en medio de la crisis financiera del 2003-04, dependen de que puedan recuperar la confianza de los sectores medios y altos que le cuestionan sus reiteradas incoherencias internas.
De que el PRD sigue siendo un reducto popular no ha habido dudas para quienes han observado las masivas movilizaciones generadas en la campaña por la candidatura presidencial, y la atención que ha tenido en los medios de comunicación y en los más diversos sectores sociales y regiones del país.
Con el Partido Reformista en persistente proceso de subordinación al presidente Fernández y al PLD, el tripartidismo de las últimas décadas podría devenir en un régimen casi monopartidista con un fuerte debilitamiento o una división del PRD.
Sorprendente ascenso
Aunque fueron ocho los que en principio pretendían la candidatura presidencial perredeísta, desde finales del año pasado se produjo una bipolarización entre el expresidente Mejía y Vargas Maldonado, quien fue el candidato derrotado en la elección presidencial del 2008, a manos del doctor Fernández, quien ya había liquidado el intento reeleccionista de Mejía en el 2004.
Irónicamente fue el pacto para la reforma constitucional suscrito por Vargas Maldonado con el presidente Fernández en mayo del 2009, lo que abrió las posibilidades a Mejía de volver a ser candidato, ya que la anterior carta magna se lo impedía. Todavía a mediados del 2010 eran escasas las posibilidades de que éste pudiera disputar en serio la candidatura presidencial para el 2012, mientras Vargas Maldonado parecía firme manejando a su antojo la estructura partidaria.
El resultado de los comicios legislativos y municipales en los que el PRD no pudo descontar el dominio político del PLD dio un gran aliento a Hipólito Mejía que ya en julio apareció empatado en las preferencias generales con Vargas y hasta con 8 puntos de ventaja entre quienes se consideraban perredeístas en la encuesta Gallup-HOY. Pero la siguiente, a fines de noviembre recuperó a Vargas con clara ventaja de 14 puntos en la población general y 12 entre los simpatizantes del partido blanco.
Para mediados de febrero un renovado Hipólito Mejía, tras una cirugía que lo postró en noviembre, había recobrado la ofensiva y otra encuesta Gallup lo situó con una ventaja de 11 puntos en las preferencias generales y más de 21 (60.6 a 39.0 por ciento) entre quienes se consideran perredeístas. Desde entonces otras cuatro encuestas diversas han dado ganador a Mejía y dos a Vargas Maldonado, con la sorprendente característica de que las seis señalan enormes diferencias enormes entre los dos.
El Centro Económico del Cibao, Asisa Research (que mide para peledeístas), una desconocida Fogby International y la tradicional encuesta perredeísta de Ana María Acevedo otorgan entre 20 y hasta 28 puntos de ventaja a Hipólito Mejía, pero Alfonso Cabrera y Asociados (con muchos años en el mercado) registra más de 7 puntos de ventaja a Miguel Vargas, y la Hamilton es entre todas las que da mayor diferencia, 71 a 29 por ciento, en favor de Vargas Maldonado.
El problema del padrón
Aunque Mejía aparece como favorito en más encuestas, lo mismo que en sondeos de radio y en tertulias, Vargas tiene ventajas en la estructura partidaria y en los cargos municipales y legislativos que podrían ser la diferencia en la jornada de votación.
El presidente del PRD se atribuye 138 de los presidentes municipales, 960 de 1028 presidentes zonales, 412 de 520 regidores, 52 de 57 alcaldes y 54 de los 75 diputados del partido. Y cuenta también con más amplios recursos económicos que podría darle una mayor capacidad de movilizar electores. Sólo el viernes pagó una decena de páginas en los diarios mientras su contrincante no ocupó ninguna. Aunque uno de los estrategas de Mejía dijo que ellos estaban reservando recursos “para competir en la jornada de votación”, convencidos de que las elecciones se ganan también transportando e incentivando electores, delegados y activistas.
Atendiendo al hecho de que ambos grupos proclaman que ganarán por amplia diferencia, no debería haber tensiones en la jornada de votación. Y algunos perredeístas cruzan los dedos para que las urnas arrojen una diferencia significativa, pues los resultados cerrados originan conflictos y divisiones hasta en los gremios profesionales y los clubes sociales.
Los mayores peligros están identificados en el padrón de electores. Como el PRD, igual que los otros partidos, carece de un padrón de miembros actualizado, decidió utilizar el de la Junta Central Electoral, excluyéndole los dirigentes y militantes de los otros dos partidos mayores. Se ha dicho que por ello fueron excluidos entre 500 y 600 mil personas.
Aún así el sector de Vargas Maldonado ha insistido en denunciar supuestos aprestos gubernamentales para promover votación por Mejía. Eso es algo que se ha aducido en otras votaciones con el padrón universal, pero nunca se ha producido. Es difícil que ocurría en proporción significativa si han excluido a los dirigentes y militantes y porque en los barrios, pueblos y mesas electorales, todos los activistas se conocen. Pero esa puede ser la piedra de conflictos y hasta de impugnaciones, aunque la Comisión Organizadora estableció el voto observado en determinados casos.
La ventaja del arbitraje
Una clara ventaja en el proceso ha sido la calificada Comisión Nacional Organizadora encabezada por Enmanuel Esquea Guerrero, Milagros Ortiz Bosch y Hugo Tolentino, reforzada luego con Quico Tabar, a quienes se les reconoce una independencia, rectitud y honestidad a toda prueba.
La circunstancia de que la elección se produzca en la fecha originalmente señalada, sin los tradicionales aplazamientos, es ya un éxito que debe atribuirse a los organizadores. Y aunque haya habido excesos verbales y de propaganda, el proceso ha transcurrido sin violencia. Esos factores han alentado expectativas de que la elección primaria perredeísta concluya con éxito y sin graves conflictos que podrían ser devastadores también por el hecho de que desapareció la Cámara Contenciosa de la JCE y no se ha constituido el nuevo Tribunal Superior Electoral. Esta vez los perredeístas tendrán que decidir por ellos mismos.
El peligro de división no está determinado por diferencias ideológicas, que no son significativas entre los dos precandidatos, aunque Mejía y su equipo están más vinculados a las bases y a la historia del perredeísmo. El ex-presidente es más carismático, espontáneo y accesible a las masas, pero su locuacidad lo mete frecuentemente en problemas. Vargas Maldonado es más cerebral y planificador, pero al mismo tiempo más distante del ciudadano promedio y del popular.
Aunque las encuestas y los observadores dan ventaja a Mejía, habrá que esperar a ver si sus partidarios acuden a votar tanto como los de Vargas. Gran parte de los perredeístas estarán luchando por la transparencia democrática y la unidad, conscientes de que son fundamentales para superar el fuerte dominio del PLD y sus aliados que han ganado las últimas cuatro elecciones.-