La violación y la tortura, a menudo a punta de pistola, se han convertido en prácticas habituales de la policía de República Dominicana hacia las trabajadoras sexuales, reveló este jueves un informe de Amnistía Internacional (AI).
El estudio “¿Si ellos pueden tenerla, por qué uno no?” expone las historias de 46 trabajadoras sexuales cisgénero y transgénero dominicanas, muchas de las cuales denunciaron haber sufrido distintas formas de violencia por motivos de género.
El término cisgénero se refiere a aquellas personas cuya identidad de género coincide con la que le concede su órgano sexual.
Al menos 10 de las 24 mujeres cisgénero entrevistadas para el reporte declararon haber sido violadas por policías, a menudo a punta de pistola.
Asimismo, numerosas mujeres transgénero denunciaron que la policía les había quemado sus pelucas o las había obligado a limpiar celdas repletas de excrementos.
El estudio entiende que estas prácticas abusadoras se llevan a cabo para ejercer un “control social” sobre ellas y para castigarlas por transgredir las normas sobre sexualidad y feminidad.
En República Dominicana, únicamente en 2018, la Procuraduría General recibió más de 71.000 denuncias de violencia de género e intrafamiliar, y más de 6.300 denuncias de delitos sexuales, entre ellas 1.290 denuncias de violación.
El país también cuenta con una de las tasas de feminicidio más altas de la región, con más de 100 casos registrados en 2017, según el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe, de la ONU.
Por su parte, la organización Trans Siempre Amigas (Transsa), asegura que suman 47 mujeres transgénero asesinadas desde 2006.
El estudio precisa también que hay hasta 97.000 mujeres cisgénero que ejercen trabajo sexual en República Dominicana.
Y al menos 3.900 mujeres transgénero, muchas de las cuales también se dedican a la prostitución.
Las necesidad de estas mujeres de ejercer el trabajo sexual obedece a distintos motivos.
Desde tener control sobre su jornada laboral hasta la posibilidad que ofrece este trabajo de tener ingresos más altos que otras opciones laborales.
Para otras, el trabajo sexual era una de las escasas opciones que tenían para cubrir sus necesidades básicas.
El informe recoge testimonios que evocan directamente el momento en el que a estas mujeres se les arrebató la dignidad y se violó sus derechos humanos
“Habían tres. Yo estaba en una esquina esperando clientes y (…) abusaron de mí”, dice una de las mujeres.
“Me subieron a la camioneta (policial) (…) Ellos, al ver la zona despejada, (…) Ellos empezaron a sobarme, quitarme ropa. Me rompieron la blusa (…) Uno atrás de otro”, continúa.
“Tuve que dejar que ellos hicieran lo que ellos quisieran conmigo (…) Me amenazaron, que si yo no estaba con ellos me iban a matar. Que yo era un cuero (una prostituta), que por qué con ellos no.”, finaliza un testimonio que pone voz a miles de mujeres.
En términos de justicia, AI indica que la impunidad por la tortura sexual es lo habitual en el país.
Además, denuncian que República Dominicana no recopila datos sobre el tema.
Según AI, esos datos ayudarían a determinar el alcance y la gravedad del problema de la tortura y los malos tratos por motivos de género a manos de la policía.
Rara vez se toman en serio las denuncias de trabajadoras sexuales. “Si tú vas al destacamento a levantar una denuncia, lo que te tratan es como puta. No te hacen caso”, asegura una de las mujeres a la organización.
La directora para las Américas de AI, Erika Guevara Rosas, manifestó que “la violencia de género es epidémica en todo América Latina y el Caribe”.
“Las trabajadoras sexuales corren especial riesgo de sufrirla a manos de agentes tanto estatales como no estatales”, continuó.
En la actualidad, los órganos legislativos del país están estudiando un proyecto de ley concebido para abordar las múltiples formas de discriminación.
“Al aprobar una ley para prevenir la discriminación contra algunas de las mujeres más marginadas del país, República Dominicana podría servir de ejemplo para que el resto del Caribe luche contra el estigma, el machismo y otras causas de violencia extrema contra las mujeres”, concluyó Guevara Rosas