EL CAIRO, Egipto.- “¡El pueblo y el Ejército son uno!”, gritaban algunos manifestantes en la Plaza Tahrir tras conocer la renuncia del presidente de Egipto, Hosni Mubarak. Grupos opositores agradecieron a los militares su papel imparcial durante las protestas, pero según los analistas éste podría ser menos “romántico” de lo que parece.
Tras la renuncia de Mubarak, el poder pasó este viernes a manos del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, liderado por el ministro de Defensa, Hussein Tantaui.
Durante los 18 días de protestas antigubernamentales, el Ejército no tomó partido y su intervención fue exclusivamente para mantener la seguridad. Eso le valió la simpatía de los manifestantes, y este viernes grupos como los Hermanos Musulmanes o el Movimiento juvenil 6 de abril le dieron las gracias por su actuación.
El líder de la oposición Mohamed el Baradei llegó a decir cuando Mubarak reiteró que no dejaba su cargo: “El Ejército debe salvar al país ahora”.
Sin embargo, algunos expertos creen que ese papel tiene un porqué no tan idealista.
El director de la Fundación Centro de Estudios del Medio Oriente Contemporáneo (CEMOC), el argentino Paulo Botta, aseguró a BBC Mundo que “esto no debe verse como el pueblo versus Mubarak, sino también como una cuestión de oportunidad para las Fuerzas Armadas”.
“Cuestión de oportunidad”
Según el experto, “la revuelta popular fue vista como una oportunidad por los militares, que no veían con buenos ojos que Mubarak quisiera imponer como sucesor a su hijo Gamal”.
La revuelta popular fue vista como una oportunidad por los militares, que no veían con buenos ojos que Mubarak quisiera imponer como sucesor a su hijo Gamal
Paulo Botta, director de la Fundación Centro de Estudios del Medio Oriente Contemporáneo
El “descontento” de la cúpula militar explica -dijo- que “mantuvieran en un primer momento una actitud expectante y luego optaran por no hacer nada, que era la gran decisión porque implicaba que Mubarak no tuviera ningún apoyo”.
El autor del libro “Una historia militar del Egipto moderno”, Andrew McGregor, de la Jamestown Foundation en Washington, explicó en conversación con BBC Mundo, que “no hubo intervención porque no había ninguna amenaza real de una revolución armada”.
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Sin embargo, afirmó que “el Ejército sí ha intervenido para evitar que Gamal Mubarak tuviera el poder asegurándose de colocar en el gobierno representantes de la jerarquía militar como el general Omar Suleiman (vicepresidente), para establecer una línea de sucesión que asegurara que Gamal Mubarak no jugaría ningún papel en el futuro”.
McGregor advirtió que “el movimiento por la democracia no viene desde el ámbito militar, viene de fuera” y dijo que “a ellos les gustaría estar en el poder para siempre si pudiera ser”.
Raíces económicas
Desde 1952, cuando una revolución militar acabó con la monarquía en Egipto, todos los presidentes vinieron de las filas del Ejército.
LAZOS CON EE.UU.
- Desde la firma de los Acuerdos de Camp David en 1978, que llevaron a la paz entre Israel y Egipto con la mediación estadounidense, EE.UU. empezó a enviar ayuda a Egipto.
- La cantidad media que recibe desde entonces es de US$2.000 millones anuales.
- Esos fondos se dedican sobre todo a ayuda militar, que representa entre el 40% y el 50% del gasto militar egipcio.
- EE.UU. entrena además en sus escuelas a gran cantidad de militares egipcios.
- También le vende sofisticadas armas como los helicópteros Apache o los F-16 que convierten a Egipto en una fueza militar sólo comparable a la de Israel en la región.
Las Fuerzas Armadas gozan de cierto prestigio y respeto entre el pueblo egipcio. Como explicó McGregor “algunos éxitos en sus enfrentamientos con Israel en 1973, la convirtieron en una institución popular que era motivo de orgullo”.
Su presencia en la sociedad tiene, dijo el estudioso, “raíces extremadamente profundas”, entre otras cosas porque el servicio militar es obligatorio y puede durar hasta 3 años.
A eso se añade su “fuerte papel en la economía, en sectores como la producción de alimentos, la construcción y otras industrias” ya que “desde 1973 las autoridades les daban oportunidades económicas para garantizar su lealtad”, explicó.
Aunque no hay datos oficiales, se estima que alrededor de un 10% de la economía del país está en manos militares, y, como apuntó Botta, “hasta un 40% de la economía tiene algún tipo de relación con industrias de Defensa”.
Sin embargo, dijo el experto, “en los años 90 se inició una ola de privatización que quitó muchos resortes económicos del poder que estaban en manos de las Fuerzas Armadas para dárselos a amigos del régimen y Gamal Mubarak, presentado como empresario exitoso, era la personalidad más representativa de eso”.
“Hay un cambio del paradigma económico que lleva a un cambio en las relaciones del poder”, añadió.
Futuro incierto
Con el poder ahora en manos de los militares, la pregunta es cómo, cuándo y en qué grado habrá una transición a fuerzas civiles. Para McGregor “no abandonarán el poder en el corto plazo ya que la transición no se hará de la noche a la mañana porque las instituciones civiles o la prensa libre que la tienen que apoyar simplemente no existen en este momento”.
En su opinión, “el Ejército dará estabilidad a Egipto, y si eso implica tomar el control del poder de una forma silenciosa como lo han hecho antes, lo harán”.
Por su parte, Botta cree que “los militares son los que van a guiar la transición y seguramente se dirigirán hacia un modelo turco en el que el Ejército mantiene una democracia tutelada”.
“Todos estaban de acuerdo en que no querían a Mubarak, pero no hay acuerdo en lo que sigue. En estos casos, la estructura más organizada es la que tiene más posibilidades de vencer y ahora las estructuras más organizadas en Egipto son el Ejército y los Hermanos Musulmanes”, indicó.