Por Marino Ramírez Grullón
Sólo hace falta que termine un proceso electoral para que a los dos meses se inicie de manera informal la próxima campaña partidaria.
Es como una fiebre que nuestros políticos llevan por dentro, no dejar pasar el tiempo porque entienden que otros les quitarán su espacio.
En ese ínterin se gastan millones de pesos porque cada recorrido, cada visita, cada plan de medios cuestan mucho dinero.
Se preguntará usted que de donde sale tanto dinero para andar recorriendo el país día por día por parte de nuestros dirigentes políticos.
Pues eso nunca se sabe porque no hay control sobre los orígenes de los fondos partidarios para hacer campaña electoral.
De ahí la necesidad de que se apruebe un nuevo régimen de partidos políticos y ley electoral.
Otro factor que da cuenta de la fiebre electoral son las encuestas.
Este instrumento que debería ser científico en la medición del gusto de la población hacia sus partidos con sus dirigentes, se ha vuelto una chabacanería.
Esto así porque cada político y su partido tienen sus encuestadoras favoritas mediante las cuales nunca pierden dentro del electorado.
Ahora mismo se puede ver eso, las encuestas están a la orden del día, vaya a ver si los que las envían a realizar están perdiendo, todos están por encima del 60 por ciento dentro del gusto de su electorado.
Todos esos elementos que componen las campañas deben ser supervisados por la Junta Central Electoral pero para eso tienen que ser aprobadas las leyes por el Congreso Nacional que precisamente está controlado por los partidos políticos.
Todo el dinero que se gasta en campañas prematuras debe ser invertido en la formación de los cuadros partidarios, en el mantenimiento de los locales, en fin en cosas que vayan también en beneficio de los militantes de esas agrupaciones y no solamente en procesos que sólo sirven para gastar recursos sin un origen claro.
Debido a la realización de campañas prematuras es que surgen los cuestionamientos al uso y consecución de esos recursos.
Como no hay dinero permanente en las arcas partidarias y como las campañas surgen a destiempo ahí aparece la necesidad de buscar fondos de no se sabe dónde.
A esta falta de transparencia se une la intención de que no haya leyes que regulen esos pasos políticos partidarios, algo que debe ver la población con mucha claridad para que sepa por quién vota cada cuatro años.
En fin nuestra sociedad necesita claridad en los procedimientos de todo orden, son los partidos políticos a través de sus dirigentes los que deben resolver esto, de lo contrario lo claro oscuro de las cosas seguirán ensombreciéndose más lo que a largo plazo claramente nos hace daño a todos pero principalmente a quienes hacen nuestras leyes.