Por Marino Ramírez Grullón
A un año de haber sido reelecto Danilo Medina como Presidente de la República, una buena cantidad de dirigentes políticos ya aspiran a ser candidatos a ese puesto para las elecciones que serán en el año 2020.
Incluso hasta al propio Medina se le señala como posible aspirante a otra reelección, aunque aparentemente él ha negado eso tal y como dijera recientemente el dirigente peledeísta Félix Jiménez.
La cuestión es que la pregunta hay que hacerla a todo pulmón a raíz del comportamiento del mundo político dominicano en torno a lo que sucede en el país. ¿Qué es más importante, aspirar o gobernar?
Porque no bien pasan unas elecciones al otro día ya aparecen tantos pre candidatos a la Presidencia como Partidos políticos puedan existir.
Me parece que es más importante gobernar, la gente lo que quiere es que se les resuelvan sus reclamos.
Todo tipo de problemas económicos, sociales, medioambientales, laborales, en fin todo aquello por lo que supuestamente votan para que los políticos les den solución.
Pasan año vienen nuevos tiempos y los susodichos problemas siguen igualmente afectando a la mayoría de la población que no tiene medios para defenderse a no ser que esperar otro proceso eleccionario para así votar por el que les prometa salida a esos casos.
Son males consuetudinarios que tenemos, nunca resueltos aunque los gobiernos centrales, ayuntamientos y otro tipo de instituciones que manejan presupuestos puedan darle salida.
Aparentemente el dinero se va en otros compromisos que nada tienen que ver con las promesas de campaña.
Se ha querido quitar méritos a la marcha verde, ese grupo de personas que cada semana sale a las calles a clamar contra la impunidad y la corrupción. No debería ser así.
La marcha verde o como se le llame debió existir siempre porque por ese medio y de manera pacífica la gente puede desahogarse contra los que siempre prometen y nunca cumplen.
Incluso contra las falsas promesas electorales hay que marchar y que la gente sepa votar cada cuatro años de tal manera que aún terminando un proceso electoral no surja un grupo de aspirantes sin esperar que el que ganó termine su mandato.
Lo que se debe exigir precisamente es que el Presidente de turno cumpla sus promesas para que luego los que quieran llegar inicien otras obras y que la población sienta que sus objetivos de mejores servicios sean resueltos para así convertirnos en una nación verdaderamente desarrollada y no un país donde sólo se haga campaña electoral en busca de llegar al poder para luego no hacer nada.