Por Marino Ramírez Grullón
Aunque creo que nunca se hará una evaluación concreta de los resultados de cualquier Semana Santa lo cierto es que se deben clarificar algunos de los motivos que promueven que en lo que serían cuatro días, no siete de asueto ciudadano se conviertan regularmente en tiempos de muertes y accidentes por docenas.
Los méritos de las autoridades encargadas de tener el control de caminos, carreteras, playas, ríos y todos los lugares de recreación deben ser resaltados, sin embargo es el mal comportamiento de los ciudadanos donde está la base del problema.
También la promoción de elementos que ahora en estos tiempos modernos acercan a la gente al desorden y los vicios son puntos que contribuyen a que se cuenten por muchos los muertos y heridos en cada Semana Santa.
Los famosos conciertos y fiestas del Sábado de Resurrección no nos dejan mentir.
Cada año variopintos empresarios así como instituciones públicas patrocinan esos eventos masivos que catalogados dentro del sistema de consumo en que vivimos tienen razón de ser.
Ahora bien, si valoramos esos mismos conciertos dentro del tiempo cristiano que es la Semana Santa entonces su ejecución rompe con la tradición cristiana y de meditación que son los siete días que acaban de pasar.
No queremos ser más papistas que el Papa como dice el refrán pero ciertamente algunos años atrás así no se cerraba una Semana Santa.
La Democracia permite todo y eso estamos viviendo ahora, tiempos de inseguridad, irrespeto a las tradiciones pero más que todo desconsideración al pensamiento cristiano que tienen la mayoría de los dominicanos.
No sólo aquí muere o sale herida mucha gente durante la Semana Santa esto sucede en todo el mundo occidental donde se celebra la fecha, aunque así debemos poner controles al desorden y gustos populares que originan que cada lunes después de Semana Santa se cuenten muertos y heridos como si fuera un ritual noticioso que es obligatorio.
La promoción de eventos multitudinarios debería dejarse para otros momentos donde las fiestas se justifiquen sin dejar de tomar las debidas precauciones que eviten accidentes fatales productos de emociones y velocidades, siempre habrá lugar para eso.
Nuestra sociedad ya golpeada por los vicios del capitalismo requiere de más unidad familiar y control estatal sobre la violencia de todo género que nos empaña, es sólo una visión particular del tema.