Por Marino Ramírez Grullón
Contra todo pronóstico, sosteniendo una campaña electoral estridente, ofensiva y racista, entre otras perlas demagógicas, el empresario Donald Trump acaba de ser electo 45 Presidente de los Estados Unidos.
Trump vence de esa manera a una mujer con toda la experiencia política del mundo como se dice popularmente, una dama que como Hillary Clinton había recorrido casi todos los peldaños electorales para colocarse a pocos pasos de ser la primera miembro del género femenino que podría llegar a la Casa Blanca.
Esto no ocurrió, sin embargo queda el sabor amargo de haber perdido de un personaje atípico, atemorizador y del que todavía no se sabe cómo va a proceder cuando comience a ejercer el poder a partir del 20 de enero próximo en la Oficina Oval,
Trump logró contra reloj ganar en la mayoría de Estados norteamericanos incluyendo muchos de mayoría Demócrata.
Su personaje más bien copiado de una caricatura de cartones animados y con la experiencia de haber conducido un programa de televisión denominado “El aprendiz”, se hizo popular entre la población estadounidense dominante que probablemente cansada de otros estilos de gobiernos decide llevarlo a él como nuevo jefe del Estado.
Es lamentable que luego de una presidencia de Barack Obama quien recuperó la economía a un nivel sin precedentes haya ganado un candidato cuyas políticas en todos los ámbitos todavía no se pueden descifrar.
De aquí a que Donald Trump asuma la presidencia en Estados Unidos será mucha la tinta que correrá en medios de comunicación analizando lo que paso en estas elecciones donde gente que fue humillada por el candidato ganador terminó votando por él.
No soy de los que creo que Trump haga el papel de aprendiz desde la Casa Blanca, el candidato republicano más bien supo jugar con las necesidades políticas y económicas de la nación norteamericana sacando el mejor provecho de las interpretaciones que se les den a su discurso.
De ahora en adelante cambiará su discurso de tal manera que cuando le enseñen los libros de cómo se maneja la presidencia en Norteamérica él mismo cambiará su discurso.
Las relaciones internacionales como las maneja la primera Nación del mundo tienen sus contenidos y romper los esquemas de un día para otro es difícil.
Sólo hay que recordar lo que pasó a Ronald Reagan cuando no quería hacer relaciones diplomáticas con la República Popular China.
En fin una nueva Era comienza, y este proceso que inicia Donald Trump es la del antisistema del que él es miembro pero que en base a discurso demagógico promete cambiar sin hacer ninguna transformación profunda en una sociedad establecida que no admite cambios estructurales profundos que no sea a costa de acciones violentas.