SANTO DOMINGO.- Hace un par de años el director James Wan estrenaba “The Conjuring,” una buena película de terror con la que efectuaba los sustos de una forma audaz. Y aunque funcionaba con las conformidades del género, sentimos que lo había revitalizado por el amplio equilibrio con el que utilizaba la fórmula. Pero ahora que trata de igualar el calibre de la antecesora, mete la pata con “The Conjuring 2” para llevar el asunto paranormal de los investigadores Ed y Lorraine Warren a un desgaste cercano al de una calcomanía repetida.
El estilo de Wan ofrece una atmósfera de tensión edificada nuevamente con una cámara que se desplaza por todas las partes de la casa endemoniada con el fin de buscar las turbaciones que se encuentran escondidas entre los silencios y la oscuridad. Aunque por momentos facilita el suspenso, todo se vuelve un repertorio de distracciones y de clichés ineficaces. También recurre a métodos simples para las tontas situaciones con la que cuenta la historia y a personajes imbéciles que toman las decisiones absurdas que usualmente vemos en los relatos del espanto.
No me sirve para nada que la trama de los demonólogos Ed (Patrick Wilson) y Lorraine Warren (Vera Farmiga) se sienta como un episodio barato de “The Exorcist”. Tampoco me interesa que hace 40 años el supuesto caso haya sucedido en realidad. Tampoco me importa que viajen hasta Inglaterra para auxiliar a la familia Hodgson, quienes experimentan en su hogar (como siempre) la invasión de una entidad sobrenatural parecida a una monja desnutrida.
Tal parece que el hobby del matrimonio Warren es caer como Mary Poppins en la casa de las familias cristianas acosadas por unos espíritus malignos que tienen la intención de meternos el horror por la fuerza. Asimismo han evolucionado hasta tener poderes psíquicos que solo funcionan con una sobredosis de fe. Me provoca risa verlos en medio del peligro enfrentándose a unos demonios que no se cansan de hacer lo mismo.
Hay que reconocer que el detalle de la época y el uso del sonido son espléndidos, pero a ratos las escenas reiterativas, los personajes cursis y la innecesaria duración transforman este thriller de terror en algo excesivamente aburrido. Los escalofríos son insuficientes.
Por Yasser Medina