Un mártir es aquella persona que soporta persecución y muerte por defender una causa, por sus creencias o por sus convicciones.
Sabemos que el mártir más grande que ha existido en nuestros tiempos es Jesucristo, quien dio su vida para que la nuestra no se pierda, sufriendo toda suerte de vejámenes y desconsideraciones con humildad, sin hacer prevalecer su condición de hijo de Dios.
No comparo la pérdida de la vida del Arq. Rodríguez García con la del mártir del Golgota, irreverente e irrespetuoso sería. ¡No! Lo que si hago es la conversión de su muerte en una especie de martirologio.
Por las condiciones de pobreza que vivía, reflejadas en los múltiples reportajes realizados a su vivienda y familiares, habrá de saberse las esperanzas de superación y mejoría económicas sustentadas en el hecho de haberse ganado el sorteo de una escuela. Pero no fue así. Mas por el contrario, esto significó el escarnio del chantaje, del hostigamiento económico, de quienes estaban llamados a Supervisar y a Fiscalizar su proyecto, nunca a escamotearle los pagos para forzarlo a tomarles préstamos exorbitantes, lo cual sí hacían con deleite y gozo.
Lo que el Arq. Rodríguez García ha puesto al descubierto, desde su nota suicida, era un secreto a voces. Todo el mundillo de la Ingeniería dominicana sabía de las extorsiones de los empleados de OISOE para procesar las cubicaciones a cambio de un porcentaje de las mismas, de las apropiaciones de partidas presupuestarias para ser ejecutadas por ellos y de que el dinero se ofrecía en fundas de tan solo ponerse de acuerdo con los ofertantes. No era un secreto, pero el miedo de perder los proyectos convirtió a los Contratistas en cómplices por omisión.
La muerte del Arq. Rodríguez García, como la de un mártir, ayudará a la causa de sus colegas Contratistas, salvará la vida de muchos de ellos, reanimará el proyecto principal del Gobierno de las construcciones escolares, inducirá a remociones en el equipo de supervisores, logrará el pago de las cubicaciones de muchos Contratistas endeudados mas allá de su capacidad y reorientará tardíamente la situación.
Su vida no debió haberse perdido así. Su familia pierde a un padre, un hijo, un hermano. Adolece de su sustentador, por cuanto el desamparo y la incertidumbre se apropian de sus familiares. Todo a causa de un grupo de truhanes, devenido en asociación de malhechores, quienes abusando del poder y protegidos por éste lo llevaron al punto de la desesperación con tanto chantaje.
Vale recordar que en este destape de corrupción gubernamental “no están todos los que son, ni son todos los que están”. Porque nadie nos va a hacer creer que los tres imputados actuaban solos ni mucho menos. Es una red viciosa, un entramado dañino y perverso solo desarmable con mucha voluntad política. No solo presente en la OISOE, sino que son muchas más las instituciones permeadas por este flagelo destructor.
Hacemos votos para que Dios, en su infinita misericordia, haya actuado con la justicia que lo caracteriza, incuestionable por demás, y haya puesto en el lugar correspondiente el alma del mártir Arq. Rodríguez García.