EL AUTOR es mayor general retirado de Policía
y periodista. Reside en Santo Domingo
Somos un Estado colapsado porque el fundamento del derecho dominicano, la constitución, es ignorada, violentada y culturalmente considerada por nuestros gobernantes “un simple pedazo de papel”, un instrumento de juego político, la cual es reformada de acuerdo a intereses particulares, excluyendo los intereses colectivos, manteniendo a la sociedad sin estabilidad jurídica y entretenida en simbolismos politiqueros, sin dar respuestas a las demandas y necesidades del pueblo.
El Estado dominicano se está destruyendo así mismo y cada vez más con el debilitamiento de las instituciones, reduciendo la capacidad de los servicios que les corresponden y demandan los habitantes. Como consecuencia de todo esto y del descontrol migratorio el país se está convirtiendo en un refugio y protectorado del crimen organizado con el apoyo de las autoridades.
Lo más preocupante de todo esto, es la complicidad de la mayoría de los medios de comunicación y sus comunicadores, quienes negocian la manipulación, justifican todas estas aberraciones corruptas e irresponsables del gobierno y demás autoridades con sus aliados que componen los poderes fácticos, negándoles a la sociedad su esencia de: educar, orientar, informar, entretener sanamente y ejerciendo de contra peso con su rol de cuarto poder como lo definió, el británico Edmund Burke, trabajando a favor de las mayorías, junto a ellos, como sus defensores innatos y siendo la voz de los que no tienen quienes hablen por ellos.
Otras situaciones que nos sumen en el colapso lo es la falta de servicios básicos en general, si alguien quiere tener servicio de agua debe tener una cisterna con su bomba, si se quiere tener energía eléctrica debe poseer un inversor o un generador, el que necesita seguridad debe pagar un guardián privado, colocar alarma o vigilancia de cámara. El que quiere su frente limpio debe pagar un servicio particular para que le recojan la basura.
En cuanto a nuestra justicia es cara, lenta y poco eficiente. El que necesita un defensor público tiene que pagar un abogado, así mismo los legisladores que deben ser un contra peso de los gobernantes y ejemplo del cumplimiento de las normas y las leyes que ellos mismo sancionan, son los primeros en violentarlas, defraudando y traicionando a la sociedad que “representan” y que juraron proteger y defender.
Por otro lado, no hay oportunidad para la juventud ni ninguna persona que posea un talento, ya sea artístico-cultural, deportivo o científico-tecnológico, etc., pueda desarrollarlo. No existe la meritocracia en la selección de los recursos humanos con éxitos que concursan como profesionales para entrar al mercado laboral, provocando la frustración de las futuras generaciones que ven estropeados sus sueños.
en los países avanzados el papeleo de constitución para instalar un negocio se puede hacer en un solo día y hasta en horas, mientras que aquí duraría semanas, meses y hasta años, pagar peaje y burocracia.
Los habitantes de la República Dominicana están obligados a vivir de alternativas, la cual pueden pagar unos pocos. Cada vez más se incrementa la economía informal y se incentiva el desorden. Pero mucho menos habrá capacidad de pago si seguimos acumulando deudas sin producción.
Esta situación dificulta grandemente las oportunidades a nuevos emprendedores e innovadores en el quehacer comercial de la economía dominicana, desmotivando y desinteresando al desarrollo y regulación de nuestra economía informal, ya citada.
“Dominicano despierta, llegó la hora de actuar, de ser intolerante, de rescatar la nación. Asume y reclama tus derechos, defiende tu país. Es tiempo del cambio en actitud y aptitud. Conquistemos el sueño de Duarte y Luperón.”