Juan TomasPor JUAN TOMAS TAVERAS

EL AUTOR es mayor general retirado de

Policía y periodista. Reside en Santo Domingo

En nuestro país los servidores públicos tienen grandes deficiencias en el cumplimiento de las normas, al igual que el resto de la población, lo que hace débil la institucionalidad en el Estado y la función pública. Y consecuentemente facilita la corrupción, la impunidad y el desorden. Esta realidad nos convierte en una sociedad anómica y por ende un Estado anómico.

El concepto de anomia es vivir sin normas, definitivamente nos cae “como anillo al dedo” pues vivimos en conducta desviada que nos excluye de todo derecho, de los avances y procesos de desarrollo organizacional de nuestras instituciones. Es alarmante la situación dominicana en cuanto al deterioro institucional e irresponsabilidad y corrupción de la mayoría de los servidores públicos con jerarquía y toma de decisión.

Es imperativo lograr un Estado fuente, lo que demanda de instituciones fuertes con funcionario probos y fundamentados en códigos de conducta ética. En España se crea el código para los empleados públicos el cual establece: “Que deberán desempeñar con diligencia las tareas que tengan asignadas y velar por los intereses generales con sujeción y observancia de la Constitución y del resto del ordenamiento jurídico, y deberán actuar con arreglo a los siguientes principios: objetividad, integridad, neutralidad, responsabilidad, imparcialidad, confidencialidad, dedicación al servicio público, transparencia, ejemplaridad, austeridad, accesibilidad, eficacia, honradez, promoción del entorno cultural y medioambiental, y respeto a la igualdad entre mujeres y hombres, que inspiran el Código de Conducta de los empleados públicos configurado por los principios éticos y de conducta”.

Más que eliminar la pobreza material, la sociedad dominicana debe abocarse a eliminar la pobreza de conocimientos y de pensamientos cívicos. Cabe decir: en la justa medida que se cumplan los deberes y derechos habrá más garantías de un estado de derecho pleno.

Preámbulo de la Constitución dominicana: “Nosotros, representantes del pueblo dominicano, libre y democráticamente elegidos, reunidos en Asamblea Nacional Revisora; invocando el nombre de Dios; guiados por el ideario de nuestros Padres de la Patria Juan Pablo Duarte, Matías Ramón Mella y Francisco del Rosario Sánchez y de los próceres de la Restauración de establecer una República libre, independiente, soberana y democrática; inspirados en los ejemplos de luchas y sacrificios de nuestros héroes y heroínas inmortales; estimulados por el trabajo abnegado de nuestros hombres y mujeres; regidos por los valores supremos y los principios fundamentales de la dignidad humana, la libertad, la igualdad, el imperio de la ley, la justicia, la solidaridad, la convivencia fraterna, el bienestar social, el equilibrio ecológico, el progreso y la paz, factores esenciales para la cohesión social; declaramos nuestra voluntad de promover la unidad de la nación dominicana, por lo que en ejercicio de nuestra libre determinación adoptamos y proclamamos la siguiente”.

Muy interesante esta doctrina de introducción al texto constitucional dominicano, pero tristemente es burlada y ultrajada cada día por la mayoría de nuestros funcionarios. Por el contrario la práctica ejecutada por ellos, se centra en “búscame lo mío y coger lo de todos”, sin rendir el mínimo resultado que le obliga la ley a cumplir.

Yo no creo en la ignorancia ni la incapacidad, solo hay diferencia de capacidades, diferencia de conocimientos, diferencias de talentos o habilidades, diferencia, de actitudes y aptitudes, todo en la vida es cuestión de disposición y voluntad, son muchos los ejemplos que así lo demuestran. Dominicanos pongan voluntad firme para cambiar nuestra sociedad y rescatar la nación. Despierta pueblo.

Es preocupante la situación dominicana y nos obliga a pasar balance para reflexionar en lo que nos toca a cada quien de responsabilidad. El reto para nuestros funcionarios y ciudadanos en general es crear conciencia y promover la educación en los segmentos de la sociedad que están dormidos y desconocen el verdadero valor de la transparencia y la honestidad.

Urge que sigan surgiendo los iluminados, como los trinitarios, como los restauradores, como los del 14 de junio, como los constitucionalistas del 65, entre otros, pero que esta vez sea para que puedan cohesionar la sociedad en valores familiares y en principios éticos, logrando así salir del otro yugo de la corrupción política y social, que nos impide dar un salto al desarrollo integral y humano.

Johan F Kenedy, decía “que la misión de un dirigente era educar a su pueblo, no coincidir, necesariamente, con los errores del pueblo.” Desgraciadamente la mayoría de la población esta desorientada por la labor de la prensa y los falsos voceros de la mass media.