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La designación de Domínguez Brito como ministro de medio ambiente llenó de esperanza a los santiagueros y el país, pues, luego de una gestión desastrosa, reconocida y comprobada por el mismo presidente de la República en diversas visitas a diferentes regiones del país que se convirtieron en sorpresa para él y siendo estas las pruebas más evidentes de que nuestro país iba o va por muy mal camino, pues, poco a poco estamos creando un desierto con gente.

Con la llegada del nuevo ministro parece que hemos encontrado un romántico con gran capacidad política y jurídica, para hacer un trabajo digno en favor de nuestros recursos naturales y la aspiración a un desarrollo sostenible.

Debo destacar que no albergaba la más mínima esperanza de que el ritmo de destrucción cambiara con la designación de Brito, sin embargo, conociendo el trabajo que viene realizando; la designación del personal técnico-administrativo que le acompañará y las diversas reuniones del ministro con las organizaciones más representativas del país, también las visitas que ha venido realizando a los lugares más devastado por la inconsciencia humana, no me queda la menor duda de que al parecer estaba equivocado.

Parece ser, que por primera vez tenemos en el ministerio de medio ambiente una combinación de elementos fundamentales para una gestión ambiental eficiente, estos son: conocimiento político, conocimiento técnico-científico y pasión por la naturaleza y con esto llevado a la práctica sólo habrá que esperar algunos meses para ver actuaciones que las dominicanas y dominicanos deberemos apoyar, porque es la única garantía para cambiar el rumbo del desorden que lleva nuestro país en materia ambiental.

Aprovecho para hacer un llamado a la sociedad civil, a los empresarios y a los partidos políticos para presentar iniciativas que ayuden al ministro a ejercer la autoridad que haga falta para favorecer los derechos colectivos ambientales por encima de los intereses individuales, tenemos la base para una gestión eficiente y sostenible, en tal caso, debemos asignarle la autoridad necesaria para hacer cumplir las leyes.

Espero que esto que escribo se convierta en realidad y que la designación de Eduardo Rodríguez, director provincial (Santiago) y de Domingo Rodríguez, director general de las oficinas provinciales y municipales de medio ambiente sean las bases para que se enrumbe a Santiago y el país por el camino correcto, sino es así, entonces, no nos queda otro camino que tomar el fúsil y que sea lo que Dios quiera.