Juan Tomas Taveras RodriguezPor JUAN TOMAS TAVERAS

 

EL AUTOR es mayor general retirado de

Policía y periodista. Reside en Santo Domingo

 

A propósito de los  últimos acontecimientos políticos en torno a la corrupción y la impunidad en nuestra amada Patria Dominicana, fruto de la falta de justicia e institucionalidad, quiero repetirle a mis amigos lectores un escrito que hace unos años publicara y que hoy nos impone reflexionarlo:

 

La globalización, los avances tecnológicos, la corrupción estatal, la impunidad y el deterioro social son sin duda alguna los grandes propulsores de este enemigo global, el crimen organizado, que, como se plantea alrededor del mundo y como lo define la INTERPOL, crimen organizado son aquellos “grupos que tienen una estructura corporativa cuyo objetivo primario es la obtención de ganancias mediante actividades ilegales, a menudo basándose en el miedo y la corrupción”

 

El origen de las mafias tiene un sinnúmero de teorías. Entre las más conocidas están la que describe a los campesinos sicilianos que lucharon en contra de la invasión francesa de Carlos de Anjou en 1282, quienes clamaban “Morte a la Francia Italia Anhela” (Muerte a Francia Italia Anhela).

 

Otra versión se atribuye a soldados excedentarios que lucharon contra pequeños feudales al quedar sin empleo en 1812 y que luego de dejar de ser reconocidos por las autoridades italianas en 1860, continuaron su existencia pero ya como organización clandestina de carácter delictivo.

 

La realidad es que la palabra mafia y las mafias como organizaciones criminales nacieron en la isla Sicilia, Italia, y a partir de ahí se ha diseminado por todos los países, llamándosele por antonomasia “mafia” a la mayoría de las organizaciones criminales del mundo.

 

Y es que desde entonces y hasta nuestras fechas recientes el crimen organizado implica una variedad tan vasta de actividades ilegales que van desde la oferta de bienes y servicios ilegales, usura, fraude, delitos como el robo y el atraco; actividades criminales como mafia, tráfico de drogas, de órganos, de personas, de animales, de reliquias, de armas y lavado de activos; prostitución, asesinatos por encargo y paga (sicariato); secuestro, juegos, bandas asaltantes y vendedoras de objetos robados; pandillas, terrorismo, los delitos de altas tecnología, privilegios estatales con beneficios sin méritos y la más amplia dañina de todas: la corrupción.

 

El peligro del crimen organizado no son solamente las actividades ilícitas que destruyen la paz social y el desarrollo sano de los estados, sino que la víctima no es una sola persona, sino la sociedad completa que sufre doblemente.

 

Entre las organizaciones criminales más destacadas tenemos a las Tríadas chinas con más de 100 mil colaboradores; Mafias italianas con 3 millones; Yakuzas japonesas con más de 100 mil; Carteles colombianos con 1 millón; Mafias rusas con más de 8.5 millones de miembros y colaboradores.

 

Todas estas mafias junto a los carteles mexicanos, peruanos y norteamericanos; las organizaciones turcas, curdas, las italoamericanas, y las Maras o pandillas; a la que debemos sumar de manera lamentable las mafias políticas partidistas que nos gobiernan junto a los carteles dominicanos, estratégicamente ubicados y que representan un volumen económico anual estimado en billones de dólares, donde más del 50% de esta cifra, se inyecta en el circuito financiero internacional con capacidad de producir rentabilidad.

 

A pesar de que diferentes referentes plantean que la mayoría de las industrias más lucrativas en el mundo operan al margen de la ley. En mi humilde análisis la más beneficiarias y maléficas son la corrupción financiera-política-empresarial, (banqueros, políticos y empresarios) que gozan de legalidad, pero sin legitimidad ni transparencia ético-moral; Sumado a ello la evasión de impuestos y el lavado de activos.

 

Sin temor a equivocarnos, el flagelo del crimen organizado para las sociedades modernas presenta un gran reto, no solo para un país individual, sino también para todo el mundo en su conjunto, lo cual requiere imperativos esfuerzos en todos los órdenes sociales, políticos, culturales, legales, científicos y económicos; para lograr prevenir, reducir y controlar estas actividades ilícitas que tienen particularidades que la instituyen como un ente análogo al gobierno y de la que República Dominicana es una de las más afectadas.

 

La seguridad y la paz fueron siempre características de identidad de nuestra patria. Pacíficos desde nuestros orígenes como sociedad, con los Cacicazgos.  No renunciemos a esos privilegios, no perdamos esos valores, no permitamos que se siga perturbando nuestra calidad de vida ni que se mengüen nuestra libertad y el ejercicio de nuestros derechos. No dejemos a las autoridades por su cuenta en esta tarea. Como sociedad es nuestra función colaborar y exigir a los responsables del Estado cumplir y hacer cumplir la constitución y las leyes. En conjunto debemos trabajar para vivir en paz y armonía.

 

En primer lugar, porque la noción individualizadora que expresan los sistemas penales o el derecho penal no consiente reponer el perjuicio que ocasiona en todo el conjunto social, pues la práctica disímil del poder, que no favorece a todos y se aplica de manera desigual; hace posible el fortalecimiento del crimen organizado y  que solo busca lograr herir la fuerza social; cuyo fin es la institucionalización de sus actividades ilegales; también la sociedad es víctima en la medida en que la influencia de la actividad del crimen organizado se vuelve ejemplo de vida en su modus operandis para el trabajo de las personas y más aún en las sociedades en vía de desarrollo que tienen la debilidad de que la mayoría de sus empleos son informales.

 

Y ésta inseguridad, la ineficiencia, en muchos casos la complicidad del sistema de justicia  y todo el aparto estatal dan cabida a la institucionalidad del crimen organizado, provocando que el mismo se convierta en una cultura, es decir, en una costumbre que debido a la resignación de los pueblos se ha vuelto como algo normal y cotidiano, desestabilizando las fuerzas morales que incitan a desarrollarse mediante el trabajo honesto y lícito destacando el mérito.

 

El número de características para determinar un grupo de crimen  organizado son variables pero de acuerdo a la Comisario María Marcos Salvador, quien fue Directora del Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado en Ministerio de Interior de España y profesora del Instituto Ortega & Gasset debe contar con 11 parámetros, algunas son imprescindibles y otras son de libre elección y cambiantes en el tiempo, vale decir que aquí, en República Dominicana las cumplen todas:

1.         Colaboración de 2 o más personas,

2.         actuación con permanencia en el tiempo,

3.         comisión de delitos graves,

4.         búsqueda de beneficios o de poder,

5.         reparto especifico de tarea,

6.         extensión al ámbito internacional,

7.         uso de control interno o disciplina,

8.         uso de violencia física, amenaza o acoso, tanto a lo interno como a lo externo,

9.         uso de las estructuras económicas o comerciales,

10.       implicación en el lavado de activos,

11.       y uso de influencias sobre políticos, medios de comunicación masiva, administración pública, autoridades judiciales o sobre las actividades económicas.

 

En la historia de la práctica del crimen organizado las mafias han sido las protagonistas sobresaliendo en su accionar criminal.

 

Las leyes penales de muchos países contemplan de forma general ciertos lineamientos o comportamientos de acciones que se definen como crimen organizado. Lamentablemente no tenemos legislación especializada y las agencias, así como las unidades operativas para prevenir, controlar y perseguir este mal que nos corroe, son en su mayoría parte del mismo.

 

Mientras nos alejemos y tengamos diferencias en ponernos de acuerdo, le daremos cabida a que los conflictos sociales nos arropen totalmente, pues como dijo Edmund Burke, “Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada”, por ello, es imperativo unirnos en la lucha contra los males sociales, principalmente atacando la corrupción y la impunidad.

 

No dejemos de hacer el bien, desde donde tengamos las posibilidades, en la comunidad, las iglesias, las escuelas y demás centros educativos; ongs y todas las asociaciones de bien común; empresas y empresarios, medios de comunicación y comunicadores; especialmente desde la familia, no nos rindamos ante ellos, los buenos, somos más.

Dios les bendiga hoy y siempre Pueblo Dominicana.